o hablemos bien de los hombres
bla bla bla
Mi “no sé qué cosa” y yo nos estamos conociendo pero al mismo tiempo nos estamos despidiendo. A veces, aunque estamos juntos, nos quedamos en silencio y nos sorprende una tristeza rara, como si nos empezáramos a extrañar antes del plazo previsto. Y nos miramos, callados, como si anotáramos con la retina, como si fijáramos imágenes, como si estuviéramos memorizando todo lo que rodea al otro: la ropa, la habitación, la manera de mirar los objetos, de tocar las cosas.
¿Pero, si los dos nos hubiéramos conocido en otras circunstancias estaríamos juntos? Esa es la pregunta.
Estoy convencida que no. Al menos al principio, fue casi tranquilizador saber que Gastón se iba. Que no me implicaba nada más que el tiempo presente, sin toda la neurosis que implica empezar una relación y continuarla en el tiempo. Más que nada, porque yo sentía que ya no tenía nada para dar.
El no es la excepción. Había salido de un noviazgo de muchos años antes de conocerme.
Sin embargo, para mi sorpresa, y algo de diván, yo no sólo estaba equivocada sino que tengo unas buenas reservas de cosas que ofrecer y muchas palabras debajo de los dedos para quien las quiera.
Es raro lo que logra una persona cuando nos estimula y nos acerca a las cosas que queremos. El se preocupa por mí, y con sólo saberlo, se me amortiguan muchas heridas.
De hecho, volví a buscar trabajo con más tenacidad, enfocada en mi crecimiento personal en vez de conseguir dinero para pagar las deudas. Siempre fui muy infantil. Es algo que todos me dicen. Me cuesta afrontar decisiones. Asumir responsabilidades.
También me di cuenta todo lo que le atribuyo a lo masculino. Por ahí tenga que ver con la ausencia paterna. Todo el peso que tiene. Todo el amor, el odio, el horizonte de sentido, los sueños, los deseos y los temores.
Estuve tan triste. Me sentí tan mal que bordeé los límites de la autocompasión. Y ahora, muy despacio, se acomodó otro hombre a mi rutina, y, sorprendentemente, yo a la suya. Todos los cambios que produjo en mí en tan poco tiempo me dejan con la boca abierta. ¿Será que sólo necesitaba un poco de ternura?
Pero el 18 de Junio Gastón se va. Y sólo el tiempo (más y más tiempo) me va a decir cómo seguirá mi vida conmigo, porque todavía yo y yo tenemos que resolver muchas cosas.
Mis ganas de interpretar a los hombres, de conocerlos, se pueden reinterpretar en contraposición: tal vez estoy intentando reconocerme a mí misma
como mujer.