lunes, 30 de marzo de 2009

Los hombres ya no llaman por teléfono

Ilustración: Rodrigo Luján, como invitado especial.
Guión: Paula, la malvada

bla bla bla

jueves, 26 de marzo de 2009

Tire y empuje

La dinámica de las relaciones
bla bla bla


El que inventó el sistema de las puertas con tire y empuje es un ingenuo que cree en la racionalidad de la gente. ¿A quién se le ocurre un invento que va contra el sentido común? ¿Quién se pone a leer el cartel de una puerta antes de empujarla para entrar?

Yo siempre empujo. Siempre empujo. No importa cuántas veces haya ido al mismo lugar. Siempre empujo. Está en mi naturaleza.

Pero hay personas que comprenden las reglas, que internalizaron el mecanismo y que, frente a una puerta, en vez de empujarla, tiran. Mi ex novio, por ejemplo. Y yo siempre empujaba y él siempre tiraba y no había nada más que eso: frente a la misma situación los dos reaccionábamos con un movimiento de fuerzas opuestas.

Supongo que un día yo empujé y él tiró. Ninguno pudo pasar. Nos dijimos de todo. Nos prometimos olvidarnos. Y cada uno fue en busca de puertas automáticas.

En cualquier relación hay sutiles juegos de fuerzas, pequeños y oscuros movimientos, que, en combinación con el instinto, conforman un cóctel más que explosivo. Y a veces tiramos demasiado rápido o empujamos muy tarde. Sin embargo, de todo eso quise olvidarme anoche cuando toqué la puerta de Gastón y él me abrió. Me abrazó. Me hizo reír. Y dejé que los pensamientos se fueran por un rato. Nos besamos. Nos olfateamos como lo hacen los animales. Y nos dejamos llevar.

Sin tires ni empujes.

lunes, 23 de marzo de 2009

El oráculo(2)

Seguda y última parte.
bla bla bla

Mari es una mujer petisa, medio gordita, de edad indefinida. Supera la franja de los 50 pero no sé exactamente que tan lejos está. Su voz es suave. Tiene el pelo teñido de rubio como lo hacen las mujeres que intentan tapar las canas. Me invita a pasar. Yo la sigo. Me siento frente a ella en una habitación con mucha luz. Al costado tiene unos santos. Hay algunas velas, no demasiadas. Nos presentamos pero trato de decir poco. Le doy los mismos datos que damos siempre en la ventanilla de un banco. Saca un pañuelo rojo. Lo extiende sobre la mesa y me da un vaso con pequeños objetos en su interior. Me pide que los arroje sobre el paño. Siento que estoy jugando a los dados. Pero no son dados. Son caracoles. Caracoles blancos. Los caracoles se desparraman de forma azarosa cerca de unas figuras que están bordados en negro. Sólo Mari sabe qué significan. Y entonces empieza a hablar y me pide que escuche atentamente porque no es de repetir las cosas mientras sus manos se mueven con energía.

Ya desde el principio me convenció.

Mari:
¿Estás en pareja ahora, no?

Paula:

No.

Mari:
Yo digo que sí.

Paula:

Estoy conociendo a alguien. Más o menos.


Lo primero que me dice es que no lo ve como algo a largo plazo. Me dijo cosas increíbles sobre mi pasado. Cosas muy privadas. Temas que no hablé jamás con nadie. Ni con mi psicóloga.

Ella sola se dio cuenta de que escribía, llevaba noticias o “algo así”.

Me habla de la separación y sus palabras son atinadas. Los motivos, las discusiones, el amor entre los dos.

Mari:
Él te quiere.

Paula:
¿Cómo me va a dejar si me quiere?

Mari:
Yo sólo te digo lo que percibo. Él te quiere.

Paula:
No me hace bien que me digas eso sobre mi ex.

Mari:
Hay que gente que quedó atrás pero que vuelve. Gente que va y que viene. Pero vas a tener que decidir. Me parece que tenés muchas historias que están abiertas. ( Y pensé en Matías no-perfecto).

Paula:
Es lo que más me cuesta.

Mari:
Y tenés que decir que sí a ese trabajo. Ya vas a saber cuál. La puerta va a ser blanca.

Paula:
Si. Igual necesito estar bien primero. De hecho vine porque desde el último año que me sale todo mal.Y no me siento… muy yo todavía.

Mari:

Ya estás bien. Tenés que tener más confianza en vos. Nada más. Sos más fuerte de lo que pensás.

Paula:

Eso parece.

...
Mari:
Vas a conocer a alguien. No ahora. En un tiempo. Te va a volver loca. Pero cuidado con el de los ojos azules.(Y pensé en Roco Debilidad).

Me dice algunas cosas más. La verdad que todas con mucho criterio. Si me pregunta algo se lo explico, pero no me pregunta mucho.

Cuando me estaba yendo, me vuelve a llamar:

Mari:
Ahhh ¿Sabés qué? Tenés que escribir sobre viajes.

Paula:
Ja. Es precisamente lo que estoy haciendo. Escribir sobre viajes. (Y pensé en Gastón, of course).

Mari:
Entonces, tranquila, que te va a ir muy bien.


viernes, 20 de marzo de 2009

El oráculo (1)

Primera parte.
bla bla bla


Era el día miércoles y yo estaba en la sala de espera. A Mari la consulta mucha gente. Tal vez demasiada. Tenía turno para las tres de la tarde pero eran las tres y media pasadas. Y nada. Antes de mí hubo una mujer que salió llorando y eso me produjo un poco de miedo. Todavía faltaba que pase una pareja que estaba en frente mío. Les pregunté porque estaban ahí. Me contaron que tenían ganas de ser padres hace tres años y todavía no habían tenido suerte. Agotaron todas las instancias médicas y entonces empezaron a probar con toda clase de “terapias alternativas”.

La New age está en auge- pensé.

En el medio me puse a pensar un poco porque estaba ahí yo. Tenía claro dos cosas: una, que soy supersticiosa, y, dos, que no estaba ahí para saber de Gastón. Estaba ahí para saber de mí. Para saber de mi ¿destino?

Siempre, desde que leí Edipo, una de las tragedias más perfectas, el tema de los oráculos me llamó la atención. ¿El destino que te dictan los dioses es tu destino? ¿O sólo es tu destino porque lo dictan los dioses?

Con todo esto en la cabeza, en la sala de espera, mientras hablaba con la pareja con ganas de ser padres, mi celular empieza a sonar.

“GASTON LLAMANDO”


Atiendo con incredulidad. ¡Me llamó!-pienso para adentro.

Paula (impaciente):
¡Hola!

Gastón:

Hola, mi amor. ¿Cómo estás?



Y me quedé muda. ¿Escuché bien o me pareció? Después de todo lo que le dije ese día… ¿Me dijo mi amor? ¿Me dijo mi amor a mí? Ahhhhhhh

Creo que finalmente mi racha empezó a cambiar.


martes, 17 de marzo de 2009

Lo llamo. No lo llamo.


bla bla bla

Tengo la teoría de que él que llama primero, después de una pelea, sienta un precedente que a lo largo de la relación se pagará muy caro. Sé por mis relaciones pasadas que es así. Yo siempre fui la ansiosa-compulsiva-ceroestratega-boludona que llamó primero. Pero esta vez no voy a sentar ese precedente para mi legajo. Esta vez no.

Mientras tanto me como las uñas, miro el teléfono que parece mirarme, observo la pantalla de mi celular, chequeo mi bandeja de entrada, entro a mi facebook, voy a mi muro, me conecto y me desconecto al msn, lo bloqueo, lo vuelvo a admitir, me agarro con la pincita de depilar, me hago una máscara facial y, ya que estamos, una máscara capilar. Lifting para los pies. ¿Lifting para los pies? ¿Quién habrá inventado tal idea? Mis cejas ahora están tres veces más chicas. La piel de mi cara se ve más brillosa. Mi pelo está más suave. Mis pies ¿Mis pies? Uno lindo. El izquierdo más o menos. Uff. Estoy en problemas. Creo que lo voy a llamar. No. Mejor no. Sí, si. Mejor lo llamo. No. Mejor no lo llamo. ¿O si? ¿O le mando un mensajito? ¿Le mando un toque? ¿Le dejo un mensaje en el contestador?

Llamo a mis amigas para alivianar el efecto-Gastón-no-me-llama.

Cecilia:

Ya está.

Paula:

¿Qué? ¿Qué está?

Cecilia:

Te conseguí el teléfono de Mari.

Paula:

Ufa. Te estoy hablando de Gastón … ¿Pero quién es Mari?

Cecilia:

La bruja, Paula. La bruja.

En fin. De él ni una sola noticia pero el miércoles a las 3 de la tarde tengo una entrevista con Mari, la bruja.


domingo, 15 de marzo de 2009

Yo, la peor de todas


bla bla bla

Prendo la tele y siento un vacío insoportable. No me importa si Cumbio salió en el New York Times, ni la inflación, ni la lucha de Susana Giménez contra la inseguridad. Quiero meterme adentro de la ducha y no salir más. Quiero dormir un día entero.

Quiero que Gastón se conecte al msn.



Ayer a la noche trabajé porque tuve que cubrir a una de mis compañeras. No fue tan malo. Tomé unos daikiris increíbles en la barra. Cuando salí, bastante tarde porque me tenía que quedar hasta el cierre, Gastón estaba afuera esperándome.

Me encantó.

Nico y Mariana, que siguen la historia muy atentamente, me miraron con complicidad. La noche estaba extraña. Hermosa y extraña. Llovía. Dejaba de llover. Y caminamos un poco. Y parábamos y charlábamos. Y seguíamos caminando. Nos reíamos. Un auto pasó y me salpicó. Nos enojamos. Nos reímos de nuevo. Y así, caminando, llegamos hasta su casa.

Abrió un vino. Lo tomamos. Nos empezamos a besar. Los besos cada vez eran más intensos. Y cada vez más. Pero a mí el vino no me cae bien. Siempre termino hablando de más. Me estaba sacando la remera cuando…

Paula:
Pará, pará. No me siento bien.

Gastón:

¿Qué te pasa?

Paula:

No sé. Quiero dormir.

Gastón:
¿Pero qué te pasa? ¿Estás mareada?

Paula:

Es que hace rato que no estoy con nadie. El último fue… Matías. Pero también me estaba viendo con Sebastián. Pero a mí me gustaba más Matías.

Gastón:
¿Eh? ¿De qué hablás?

Paula:

Sí. Salía con los dos porque estaba confundida, porque en realidad me sentía sola.

Gastón:
Jaja. Me parece que mañana te vas a arrepentir de esta conversación.

Paula:

¿Por?

Gastón:
No me tenés que contar todo, Paula.

Paula:
Ya sé.¿Qué? ¿Te molesta?

Gastón:
No. Pero no somos amigos.

Paula:
Tengo sueño.

Gastón:
¿Querés dormir?

Paula (acurrucada en el sillón):
Sí, ¿puedo dormir acá?

Gastón:
Vamos a la cama. Mirá si vas a dormir acá.

Paula:
Pero quiero dormir acá. No me quiero mover.

Gastón:

Jaja. Bueno. Está bien.

Y entonces tuve un ataque adolescente y me puse a llorar de la nada.


Gastón:

¿Qué te pasa?

Paula:

Lo extraño a mi ex novio. No me siento bien.

Gastón:
Sí, yo también la extraño a veces a mi ex. Es complicado. Tranquila. – Y me acarició.

Paula:
Perdoná. Es que yo…. No quiero que viajes.


Y eso fue lo último que recuerdo de la noche. Le reproché lo irreprochable.

El me abrazó y me dijo que era algo que tenía que hacer. Que le encantaba estar conmigo, que iba a extrañar a sus amigos, que su familia lo necesitaba pero que era lo tenía que hacer y un montón de cosas más. Y se ve que mientras él hablaba me quedé dormida.

Al otro día cuando me desperté estaba en la cama. Aparentemente me llevó hasta allá cuando me dormí. Él estaba acostado al lado mío pero sin taparse. Y estaba hermoso. Cuando se despertó, lo noté raro. Traté de hablarle. Desayunamos. Pero estaba raro. Como triste. Y cómo me pareció lo mejor, después de desayunar, me fui.

Sí. Ya sé.



Soy yo, la peor de todas.


viernes, 13 de marzo de 2009

Inesperado


bla bla bla

Siguiendo con la racha de sucesos inesperados …

-No busques más. Soy yo.
-Dejate de joder, bobo.
-Si, hoy me di cuenta y me cerró todo.
-¿Todo qué?
-Todo de todo.
- Ja ja
-Soy yo y sos vos.
-(Paula te ha enviado un zumbido) ¿Estuviste lamiendo ranas alucinógenas?
-Hablo en serio.
-Esto es como la vez que me contaste la historia del tren.
-¿Qué?
-Una vez me dijiste: “Iba viajando en tren y leí en una pared que decía: Paula te amo, y me di cuenta que eras vos”.
-¿Eh? ¿Yo dije eso?
-Sí. Vos.
-¿Cuándo?
-Hace seis años atrás.
-¿Y te acordás?
-Si, me tenías muerta en esa época.
-¿Ahora no?
-No, pero te re quiero.
-Sos vos. Ahora me doy cuenta. Soy un boludo.
-Sí. Ni hablar. Como todos los músicos.
-Pero yo soy cantante.
-Peor. Peor todavía. Pero a mí ya no me hacés efecto.
-Cómo que no.
-No.
-¿Nos vemos hoy?
-No. Ni loca. Te conozco cuando te ponés así.
-¿Así cómo?
-Peligroso.
-¿Estás con el boludo ese de Matías?
-No. Se llama Gastón.
-Y yo estoy solo.
-Pero te encanta.
-Hoy no. Te juro que no. Hoy quisiera escuchar tu vocecita suave que me hace tanto bien.
-Cursi.
-Bebota.


Y así, después de seis años de coqueto tácito, volvió a atacar con todo Roco-Debilidad.

Pero nunca les hablé de él antes. ¿No?


martes, 10 de marzo de 2009

Su secreto mejor guardado

O creer o reventar
bla bla bla



Ya me lo dijo mi amiga la pelirroja y yo me reí. Cecilia sabe de estas cosas. Si ella escribe sobre algo, aunque sea un pequeño evento, después pasa."Tenés mal de ojo", me dijo, y yo no le creí. Pero ahora pienso que por ahí tiene razón. La sucesión de eventos desafortunados del último tiempo me hacen creer que por ahí tiene razón.

¿El mal de ojo existe?

No sé bien desde donde empezar a enumerar: Me dejó mi novio, perdí mi trabajo, y justo antes de las vacaciones, me robaron la cartera con todas mis cosas, me quemé el pie, y ahora, para sumarle cosas, me acabo de enterar de lo que Gastón tenía para decirme.

Su mejor amigo, que reside en España desde el 2003, le consiguió un trabajo de esos a los que no podés decirle que no. Una oportunidad única en su vida. Nada más y nada menos que eso. Gastón el tímido se va a Madrid en Junio. No era nada seguro y por eso no quería adelantarme nada.¡Se va! ¡Conozco a alguien y se va!

Yo no sé. Es muy precipitado decir algo. Tengo como muchas emociones encontradas con respecto a su viaje. Siento que finalmente tenía la posibilidad conocer a alguien que me hiciera sentir un poco en casa. Pero no. A cambio, estoy empezando una relación con fecha de vencimiento. Estamos empezando una relación con fecha de vencimiento. Y es la primera vez que me pasa. Que nos pasa. Y es raro. Peligroso. Incierto.

Igual me pregunto: ¿no tienen algo de eso todas las relaciones? ¿No se trata de vivir el momento?

Pero yo por las dudas voy a escuchar a Cecilia. No me importa lo que opinen los demás. Me parece que a veces es cuestión de creer o reventar.

Y ya lo decidí.

Voy a ir a una bruja.


domingo, 8 de marzo de 2009

Friday I'm In Love


bla bla bla

El jueves pasado lo volví a ver a Gastón el tímido cuando salí del trabajo.


Paula:
Gastón, decime. ¿Qué tenés que hacer mañana a la noche? Cumple años Alejandra, mi amiga, la que es artista plástica. ¿No querés venir?

Gastón:
Eh… Los dos… como…

Paula:
Yo voy a ir con las chicas así que vos podés llegar con algún amigo.

Gastón:
¿Dónde es?

Paula:
En Belgrano.

Gastón:
Umm. Bueno. Dale. Después pasame la dirección.

Paula:
Te reenvío el mail.


Y quedamos en vernos al otro día en la casa de Alejandra.

Yo llegué re tarde como siempre. No sabía que ponerme. Finalmente me decidí por mi vestido violeta porque Gastón siempre me dice que el violeta me queda bien. Cuando llegué a lo de Ale noté un silencio extraño entre mis amigas. Saludé a todos, incluso a Gastón, y volví con las chicas. Aparentemente Gastón el tímido había llegado primero con su amigo Carlos que no es nada tímido.

Paula:
¿Qué pasa?

Angy:
Estuvimos hablando con Carlos.

Paula:
¿Y?

Amy:
Gastón está muerto por vos, boluda. No te das cuenta.

Paula:
¿Por? ¿Qué dijo?

Angy:
Nos re empezó a sacar información. Y a cada rato el amigo preguntaba si vos llegaste. Se ve que él le habló de vos y te quería ver.

Paula:
Pero eso no significa nada.

Cecilia:
Pero es obvio. No le ves la cara al pobre pibe. Estaba desesperado porque llegaras.
Mirá. A mí me tenés re podrida. Si no te encara, listo. Lo encarás vos. Si vos no lo encarás ni él te encara, te juro que yo voy y lo encaro por vos.

Paula:
No tengo diez años, Cecilia. Y además que vas a ir vos.

Cecilia:
¿Ah no?- Me dijo, desafiante.

Paula:
Pará… Pará.

Cecilia:
Lo único que te digo es esto. Hacé algo. Ya está. Se te acabó el crédito para hablar con nosotras de Gastón. Se te acabó el crédito.

Angy:
Vas a tener que comprarte otra tarjeta

Amy:
Y admitir que el pibe te gusta.

Paula (irónica):
También puedo cambiar de amigas.

Finalmente, me serví un fernet con mucha coca y me acerqué a Gastón. Estaba decidida.

Paula:
Bueno, ¿Qué tengo? ¿Tengo algo malo?

Gastón:

¿Eh? ¿Por?

Paula:
Porque últimamente pasamos un montón de tiempo juntos pero vos…


No pude ni terminar la frase que Gastón me agarró y me dio un beso. El beso más lindo, más intenso, dulce, empalagoso, que recibí los últimos tiempos. Pero apenas terminó de besarme me dijo algo. Algo que no sé si quería escuchar. Algo que explica mucho del comportamiento extraño que tuvo más o menos desde que lo conocí.


jueves, 5 de marzo de 2009

Sin sentido


bla bla bla

Todo tendría sentido en esta vida si yo tuviera diez años y Matías no-perfecto fuera un integrante de New Kids On The Blog. Pero nada tiene sentido. Nada, nada pero nada de esto tiene sentido. Y desde que pasó el acontecimiento del pie que yo siga pensando en él no tiene explicación.

Últimamente me estoy viendo mucho con Gastón. Me estuvo pasando a buscar después del trabajo y salimos por ahí, a caminar, a mirar libros. La verdad que ahora que lo voy conociendo me parece más divertido y me gusta su estilo de vida, relajado, sonriente. Pero todavía no lo entiendo. Todo con él se queda a mitad de camino y siempre me vuelvo más confundida a mi casa.

Pero algo me gusta. Me gusta la manera en que pide los helados. Me parece que no lo hace por los gustos sino por los colores. Me parece que sus elecciones gastronómicas son visuales, mientras las mías, en cambio, son más tradicionales. Aún así, cada vez que Gastón vuelve del mostrador con un helado yo me asomo a su vaso y los veo. Rojos, amarillos, blancos. Sus elecciones son brillantes. Nada azarosas. Casi rebuscadas, diría. Yo, bien gorda, me pido dulce de leche, chocolate, chocolate con almendras, en fin… lo de siempre, y él, al final, me termina robando un poco. Resulta que no se trata nada más que de eso. ¿No? El helado del otro siempre parece mejor, más rico, más colorido, más intenso.

Volviendo a Matías, sé que podría mandarle un mail, un sms, algún indicio de histeriqueo frívolo y estaría en mi puerta. Pero cada día que pasa siento que es algo que no tengo que hacer. Sobre todo porque sé que las cosas con él siempre tocan un borde de mí que no me gusta. Además, por supuesto, del pequeño detalle de que lo vi con alguien más. Y que me dolió. Porque una va por ahí dando el corazón pero con la ingenua idea de que no se lo da a cualquiera. Y resulta que de golpe pasan cosas y así nomás se van con tu corazón. Y no. No da. Esta vez me reservo el derecho de admisión.

Pero, si bien Gastón me da la cuota de caballerosidad y ternura que me hace falta, y estoy ansiosa porque hoy nos vemos de nuevo y la verdad que las horas con él se pasan volando, tengo que confesar que de noche, y sobre todo desde el día del pie, no dejo de pesar en Matías.

No dejo de pensar en esa nueva faceta protectora y dulce que me mostró ese día. Como si yo tuviera diez años, y él fuera, no sé, el nuevo integrante de New kids on the blog.



miércoles, 4 de marzo de 2009

Instinto Animal

O la teoría del romanticismo biológico
bla bla bla

Al contrario de lo que mucha gente piensa, la mayoría de los comportamientos que consideramos más “civilizados” están cargados de 99, 9 % de instinto animal.

Algo que siempre me gustó, desde muy chiquita, son los canales de animales. Me encanta quedarme mirando como los animales coexisten o se asesinan sin piedad.
Cuando una leona amamanta a su cachorro tiene exactamente la mirada de la mujer que mece a su hijo recién nacido. Sostiene con sus garras poderosas el pequeño cuerpo con la suavidad que una abeja se apoya sobre una flor.

De la misma manera, la noción de juego es algo que los animales manejan con absoluta destreza. Los cachorros de una misma manada juegan entre ellos estableciendo sus propias reglas y sanciones. A través de estos juegos crean el sentido de pertinencia con la manada como los chicos del jardín de infantes "Pinocho" con su salita azul.

Sin embargo, aunque los animales sean capaces de tener elaborados márgenes de acción, cada vez que la gente pierde el sentido común en alguna situación, sea porque siente ira, celos o porque tiene comportamientos extraños, para justificar esas reacciones utiliza la burda comparación con los animales.

Lo mismo sucede hoy en día en los temas del amor. Se pregona por todos lados que hay que “seguir los instintos”. Se justifica relaciones descartables, situaciones de gran vacío emocional, con argumentos hormonales. Y todos nos olvidamos de algo muy importante.

¿De qué?

De los rituales de apareamiento.

Los gallos, por ejemplo, para conquistar a las hembras, abren las alas, inflan su cuello, levantan la cresta y pelean con los otros gallos en frente de ellas.

Los grillos machos cantan. Sólo los machos cantan para atraer hacia ellos el objeto de deseo tan cotizado. Las hembras sólo escuchan el canto. Y no hacen nada más. Nada más. No tienen que mandar un mail, ni un mensaje de texto, ni firmarle el fotolog al grillo macho.

Los sapos esperan a las hembras en las zanjas listos para el más húmedo encuentro de reproducción. A veces se suben más de dos sapos arriba de la hembra lo que termina por asfixiarlas y matarlas. No hay una mejor definición de un crimen pasional.

También hay casos más extremos, por supuesto. La hembra de algunas especies de arañas terminan por comerse al macho que la acaba de fecundar. Cualquier semejanza con Mujeres asesinas o Amas de casa desperadas no fue premeditada por la escritora.

Todo vale dentro del reino animal donde, para que las leyes de nacimiento, reproducción y muerte se cumplan al pie de la letra, la naturaleza dio forma a un complicado pero a la vez simple ritual: el cortejo. ¿Qué otra cosa es sino un ritual de apareamiento?
Así que cuando una mujer le dice a un hombre que quiere que la corteje no debe entenderse otra cosa: sólo quiere que la naturaleza siga su curso habitual sin saltearse ninguna etapa.

Basta de excusas. Las mujeres necesitamos que nos lleven a pasear, al cine. A caminar bajo el influjo de la luna.

Porque el influjo de la luna no es invención poética: existe. Todo pescador sabe que cuando hay luna llena no va a haber pesca. Las mujeres rompen fuente cuando cambia la luna. Las mareas cambian.



De la misma manera, el romanticismo no es un invento azaroso.


No.


Es una necesidad biológica.

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