jueves, 30 de octubre de 2008

CRASH

Y entonces lo llamé.











(y me contó que tuvo un accidente de auto).





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miércoles, 29 de octubre de 2008

LA RENDIJA

o triste felicidad
bla bla bla

No sé bien por qué pero todo el día de ayer fue un día de angustia. A la mañana, cuando me desperté, me encontré con el rayo de sol. Ese mismo que tiene una historia conmigo.
A determinada hora, si estoy en la cama, por la rendija de mi persiana entra un rayo de sol que me da en la cara. Yo no me había dado cuenta pero él sí.

EL:
Quedate ahí.


ELLA:

(Sonriente) ¿Por? (Y me incorporé un poco)


EL
(con dulzura):
No. No te muevas.

La luz jugaba entre mis ojos, mi nariz, mi boca.

Ya no estabamos muy bien. Yo lo sentía cada vez más lejos. Tal vez se estaba despidiendo de mí lentamente.


EL:

- No te muevas -repitió y me acarició el pelo.

Era un rayo lleno de esas pequeñas partículas luminosas con formas extrañas. Yo puse mi mano adentro. Empecé a jugar con la luz del sol. Mis dedos se iluminaban y se apagaban. Se iluminaban y se apagaban. Él hizo lo mismo. Nuestras manos jugaron con la luz como si la estuvieramos acariciando. Y el rayo de sol nos unía y nos separaba. Nos unía y nos separaba.



La vida con él estaba llena de esos momentos de triste felicidad.



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martes, 28 de octubre de 2008

LA CENA

Los labradores, la ventana y yo
Bla bla bla

El se enamoró de esa mujer apenas la vio. Ella lo esquivaba cada vez que podía. Después de que él le mandara flores, cartas, y hasta le dedicara canciones delante de todos sin lograr nada, finalmente una noche se decidió y se dirigió hacia dónde ella estaba. Ella. La mujer de su vida.

Se acercó en medio de una reunión y le dijo que quería “hablar”. Ella le pidió que por favor la esperara afuera. El salió. Ella se sintió muy incomoda porque no podía evadir la situación. Vio una ventana que daba a la calle, y así nomás, sin despedirse de nadie, se escabulló por la ventana y se fue.

Supongo que él ahí se enamoró más de la mujer que se fue por la ventana. Ella. La mujer de su vida. Y no paró hasta lograr su cometido: ser mi padre y convencer a esa mujer de querer ser mi madre.

Hoy me sentí mejor del fucking estado gripal. Abrí de par en par la ventana que da a la calle. Entraba el sol de un modo rotundo y parejo. Todo el día estuve ansiosa por la cena de la noche. Cuando finalmente llegó la hora me cambié. Fui hasta la casa de Sebastián, que, como vive en el conurbano, tiene un patio donde están sus perros adorables. Me prometí esta vez no arruinarlo. No volver a ser la inmadura de siempre. No volver a actuar como antes de conocer a Mr. Wrong.

Cuando llegué Sebastián me abrió con naturalidad. Me dijo que estaba muy linda. Que el pelo recogido también me queda bien. Me gustó que me dijera eso.
La cena estuvo increíble. Cocinó uno de mis platos preferidos de casualidad. Pero hay algo que no sé explicar. ¿No es inquietante que me quiera conquistar tanto?

Después de cenar escuchamos uno de mis discos preferidos, también de casualidad. Nos besamos. Vino tinto. Buena música. Pasó lo que tenía que pasar. Pero fue distinto de la primera vez. No sé si tuvimos la misma espontaneidad, la misma frescura. Después seguimos charlando. Fuimos a comprar helado. Cuando volvimos salimos al patio. Ahí estaban los perros que se me abalanzaron.

Paula:
-(Que les acaricia la panza y las orejitas) Son muy lindos.

Sebastián:
- Sí. Que bueno que te gustan. Tocalos así se acostumbran a vos.

Paula:
-¿A mí? ¿Por qué se tienen que acostumbrar a mí?

Sebastián:
- Digo, ahora que vas a venir más seguido.

Paula(que no aguantó más):
- Me parece que tenemos que ir un poco más despacio. No sé si estoy preparada para una relación.

Sebastián:
- No. Yo no te estaba presionando ni nada. Tranquila.

Paula:

-Perdoná. Tenés razón. Me estoy precipitando. Pero yo te conté todo lo de mi ex. Yo todavía...
(y me despaché con un monólogo insostenible acerca del último verano con mi ex, mi corazón roto y la terrible depresión que tuve después).

Sebastián:
- Es que me gustás. Nada más. Le conté a mi hermana que te conocí.

Paula:

- Mañana me tengo que levantar temprano. ¿Me llevás?

Sebastián:

- Bueno. ¿Pero por qué no te quedás a dormir?

Paula:
- Porque prefiero arrancar desde casa.

Sebastián:
- Ok. No insisto más. ¿Pero está todo bien?

Paula:

- Sí, si. Todo bien. Sólo que tengo que ir a pagar las expensas al consorcio.

Y cuando me fui los labradores me miraban como si fuera una madre abandónica.




Les juro que si el patio hubiera tenido ventana me tiraba de cabeza.




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lunes, 27 de octubre de 2008

Domingo

bla bla bla

Mientras que Matías ni se enteró de que estoy con gripe, Sebastián me mandó dos mensajes para preguntarme cómo estaba: uno el viernes a la noche, otro el sábado a la tarde.


Y otro el domingo al mediodía:

SMS DE SEBASTIAN:
Se suspendió el fútbol. Tengo ganas de verte.

SMS DE PAULA:
Seba, no me siento muy bien. Me duele la garganta.

SMS DE SEBASTIAN:
Voy un rato a la tarde. ¿Querés? Llevo una peli. Así no estás sola.

SMS DE PAULA:
¿Qué peli?

SMS DE SEBASTIAN:
Cinema Paradiso.

SMS DE PAULA:
Adoro los clásicos.

Y le pase la dirección.

Yo no sé por qué soy tan fácil y me dejo convencer porque la verdad tenía más ganas de ver la película que verlo a él. Es horrible admitirlo pero tener gripe y estar al lado de un hombre son dos cosas que no tendrían que juntarse y sobre todo cuando recién lo conocés. Vos estás quisquillosa, malhumorada y encima tenés que preocuparte por cosas como: ¿pensará que soy así siempre?, ¿tengo que tratar de disimular mi estado gripal?, ¿tengo que levantar las carilinas del piso?, ¿tendré la nariz roja como un tomate?, ¿Estoy muy fea así?, etc., etc., etc. Pero cuando él llegó me dieron ganas de sentirme bien. Me trajo un chocolate blanco y uno negro porque no sabía cuál me iba a gustar y yo le sonreí.

Miramos la película juntos, tomamos la merienda y tengo que admitir que estuve re cómoda, como si nos conociéramos hace mucho. Igualmente cuando se fue me sentí aliviada porque así como estoy quiero estar sola. Mis mocos y yo. Entre nosotros ya nos entendemos.

A las dos horas me conectó al msn y lo veo on line. Me habla. Me dice que se está bajando la banda de sonido de la película.

Sebastián:
- Me encantó el personaje del protagonista aunque de entrada me pareció obvio que la rubia de ojos azules le iba a romper el corazón.

Me sugiere que mañana vaya a cenar a su casa. El va a cocinar.

Me inquieta la sensación de estar de novia otra vez.

Creo que lo que me bajó las defensas fue Sebastián.



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viernes, 24 de octubre de 2008

Mentir hace mal

bla bla bla

No sé si soy muy mala mintiendo o demasiado buena pero me engripé de verdad.







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jueves, 23 de octubre de 2008

EL OLFATO DE MATIAS

bla bla bla

¡Estoy en un problema!

Ayer Sebastián me llamó. Hablamos un montón. Me enrosqué el teléfono en la mano un par de horas. Nos contamos anécdotas de la infancia. El me hablo de sus labradores. Me pasó fotos de cuando eran cachorritos. A mí me encantan los animales pero es difícil tenerlos en un departamento.

Quedamos en que hoy después de la facultad venía a buscarme y hacíamos algo. Ir a cenar. Ir al teatro. No quedamos ninguna hora en particular porque yo iba a estar todo el día en casa. Eso le dije. Así que cuando sonó mi timbre pensé que era él. Me pareció raro porque alguien con un poco de sentido común toca el portero antes. Para no quedar invasivo, ¿no?.
Me pareció un poco extraño hasta que pregunté quién era y escuché la voz de … Matías. Claro. Nadie con menos sentido común que él.

Matías
-Tu portero me dejó pasar, Paula.

Paula

- ¿Estás loco? ¿Cómo vas a pasar así?

Matías

- Pasaba por acá y vi tu ventana abierta.

Paula

- ¿Me estás espiando?

Matías
- Exagerada. (Que sigue en el pasillo) ¿ Y bueno… puedo pasar?

Paula

- Pasá. Pero avisame primero si vas a venir.

Matías

- ¿Estás con otro vos?

Paula

- No te hagas el celoso conmigo, bobo.

Matías

- Ja. Me sale re mal, ¿no?

Paula
- Siiii.

Matías
- Pero te hice enojar. Me encanta cómo te ponés cuando te enojás. Es lo mejor. (Y agarró y me besó).

Y ahora está mirando la tele tirado en la cama mientras yo estoy escribiendo esto al pasar. Prendió la tele él solo y se apoderó del control remoto. Qué confianzudo. Le dije que tenía que mandar un mail urgente y que necesito concentración.

Matías:

Todo bien. Renunció Basile. ¿viste?

Paula:

¿Basile? ¿Quién es?

Y acabo de mandarle un mensaje a Sebastián diciéndole que me siento mal y que lo dejamos para el domingo. Al segundo, Sebastián me respondió.

SMS DE SEBASTIAN

Qué lástima. ¿No querés que pase igual para ver cómo estás? ¿Te llevo algo? El domingo tengo fútbol. Además estoy a 5 minutos de tu casa.

SMS DE PAULA(nerviosa)
Perdoná pero no. Creo que me estoy engripando. Esta noche te llamo. Besos.

Conclusión: Matías no perfecto es perfecto para aparecer en el momento menos indicado. ¡Pero hoy está tan lindo!

Y además, me gusta eso de que siempre se invitó solo a mi vida.




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miércoles, 22 de octubre de 2008

SE LO QUE HICISTE EL VIERNES PASADO

Sebastián mono-milagroso
bla bla bla

Me pasa a buscar. Vamos a un bar pero no me dejan entrar porque no tengo documentos. Tomamos una cerveza en otro lado pero me invita a ver una película en su casa. Yo la estoy pasando bien. Sebastián es dulce, inteligente y sensible. A mí la inteligencia, si viene de la mano de una gran sensibilidad, siempre me pareció seductora en un hombre. Es más chico que yo pero no se nota. Es ateo. Yo al lado de un ateo me vuelvo mística. No lo puedo evitar.

Paula
- Yo creo en fantasmas-le digo a modo de provocación.

Sebastián
- Yo creo en ovnis- me contesta.

Paula
- Y si. Es imposible que seamos los únicos en todo el universo.

Sebastián
- Claro, para mí el ser humano es un mono milagroso. Yo tengo un celular, mando un mensaje. El celular manda una señal y resulta que a vos te llega. Está bien. Obvio que hay una explicación científica. Pero que el ser humano siendo un animal más logre esas cosas para mí es un milagro. Por eso siempre digo que el hombre es un mono milagroso.

Paula
- ¿Eso del mono milagroso lo puedo usar?

Sebastián
- Mientras me cites.


Sebas me cuenta que se enamoró una sola vez de una chica del sur como él. El es del sur. Vino a Buenos Aires para estudiar. Tiene dos perros. Lee muchísimo y adora el cine. Sin embargo, tenemos puntos de vista distintos en el cine, la literatura, la filosofía y la religión. Me gusta eso. Accedo a ir a su casa para seguir hablando. Es viernes. No tengo mejores planes.

Llegamos a su casa. Pedimos algo. Comemos. El abre un vino. Nos besamos, y de golpe, a eso de las 3 de la mañana, inexplicablemente, suena mi celular en el medio de un beso con Sebastián. Era Matías no-perfecto y su olfato afinadísimo.

SMS MATIAS NO PERFECTO:
¿Estás en tu casa? ¿En qué andás?

No le contesto pero me sigue pareciendo increíble que siempre me escriba justo si estoy con alguien. ¿Es común algo así?

Y bueno. Porque me sentí comoda y sentí que a él le pasó lo mismo, que nos conectamos, que estabamos en la misma frecuencia y que me miraba a los ojos cuando hablabamos, me acosté con Sebastián en la primera cita.

¿Me volverá a llamar?




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viernes, 17 de octubre de 2008

SEIS GRADOS DE SEPARACION

¿Estaremos tan cerca?
bla bla bla

Seis grados de separación es una teoría que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. También la llaman la teoría Bacon, porque unos científicos de Massachussets tomaron al actor Kevin Bacon como conejillo de indias, vinculándolo con cualquier otra persona del planeta.

La teoría de los seis grados de separación tiene sus detractores y sus defensores en lo significaría esta afirmación en torno al tema del amor.
Sus detractores argumentan que es una de esas teorías engañosas. En apariencia, podría ser positivo. Sin embargo, también estaríamos unidos por seis grados de separación con las ex novias de nuestros ex novios, con sus futuras novias, y por sólo seis grados, seguiríamos unidos a personas con las que no quisiéramos tener ningún vínculo para siempre. Sin mencionar que sus más acérrimos oponentes sostienen que una idea tan descabellada atentaría contra nuestro libre albedrío a la hora de relacionarnos, o de sencillamente tener una cita.

Sus defensores en cambio sostienen que es una gran afirmación en contra del individualismo y la falta de contacto real. Finalmente nos daremos cuenta de que estamos conectados por sólo seis piezas en el dominó global y del valor de cada pieza en nuestros pequeños eventos. Su comprobación nos otorgaría un sentido de comunidad en una época en que la globalización va de la mano del aumento del anonimato y de la soledad.

Yo tengo una opinión formada en el tema. Antes de hacer experimentos de facebook, de Messenger, por correo, estos científicos poco ortodoxos de Massachussets tendrían que simplemente haberle preguntado a una mujer.

¡Es verdad!

Esta teoría es descabellada sólo en apariencia. Las madres lo saben. Las abuelas lo saben. Nunca paran de decir que el mundo es un pañuelo. Y de hecho ¡lo es! No estamos tan lejos uno de los otros. Y las mujeres somos expertas en averiguar los vínculos que nos unen o nos separan.

No sé a ustedes pero a mí me encanta la idea de que ahí nomás, tal vez frente a un monitor como yo, casi como si pudiera extender mi mano y tocarlo, a sólo seis grados de separación, se encuentra
the man i love.

miércoles, 15 de octubre de 2008

EL ESTADO DE LA CUESTION

bla bla bla

Matías no-perfecto y yo vivimos desencontrados. Cuando él puede, yo no. Cuando yo puedo, él tiene algo que hacer. Es así.

Creo que queda claro que para ninguno de los dos volver a vernos es prioridad. Pero un lado, me parece genial. Sin grandes sentimientos de ninguno de los dos lados tampoco hay corazones rotos. Por otro lado, me parece un poco triste no sentirme capaz de volver a tener una relación real con alguien.

Pero tengo novedades. Un nuevo personaje. El viernes tengo una cita con un chico que sólo vi una vez hace ya varios años. Msn mediante retomamos comunicación.

Después de todo si no tengo citas ¿cómo voy a poder hablar mal de los hombres?




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domingo, 12 de octubre de 2008

El optimista

Mejor no. Gracias. Paso.
Bla bla bla

No pienso salir nunca más con alguien más optimista que yo. Nada más insoportable que ser el pesimista de la pareja. Decidí que al próximo novio me lo busco en un grupo de terapia. Quiero que mi próxima pareja haya tenido una infancia muy triste, que haya pasado hambre, que sus padres lo hayan abandonado. No quiero nada con nadie que sea perfecto para presentar. Nadie que mire todo rosa, que diga todo el tiempo cosas como "la vida es bella" o volver a lidiar con esa gente que cuenta los días para la llegada de la primavera. Peor aún, sospecharía enseguida, si les cae bien a mis amigos. (Son mis amigos. No te los comparto). Menos que menos pasar otra vez por un novio que siempre quiera salir, que piense que el sábado a la noche conseguir una fiesta es un deber y que es una obligación quedarse hasta que las velas no ardan. No. Me niego. Nunca más quiero tener como novio esa clase de gente que siempre se imagina joven y radiante. Que se saltea la parte de que envejecer, de que enfermarse y de que pasarla mal también son cosas que le pasan a las parejas. No. Gracias. No quiero nadie que me venga con eso de que somos dos personas independientes y adultas y nos estamos haciendo mal. Y sobretodo me puedo llegar a indigestar de optimismo si alguien es tan afortunado de llegar a la conclusión fácil de que la vida es una sola y tenemos que tratar de ser felices. (¿De dónde lo sacaste? ¿Lo leíste en el espejo de un colectivo?).
Esa clase de personas optimistas deciden ante el primer problema que surge cortar por lo sano y encima después te la rematan con pero vos sos una gran persona que se merece lo mejor, oración que será seguida por la demoledora frase de podemos quedar como amigos.
Por dios, no quiero volver a escuchar tantos clisés juntos en mi vida.

Antes de ver Psicosis con Mr. Optimista, prefiero mirar Tinelli con Norman Bates.

viernes, 10 de octubre de 2008

JAMAS PREGUNTAR

Diez cosas que un hombre jamás debe preguntar a una mujer:
Bla bla bla

1- Si no se quiere escuchar conflictos emocionales que se remotan a la más tierna infancia, un hombre jamás deberá preguntar:

-¿Es tu mamá otra vez? ... ¿No hablaste con ella hoy?

2- Si no quiere escuchar gritos o recibir un golpe, jamás se deberá decir:

-Esa amiga tuya, la de los ojos grandes, ¿cómo me dijiste que se llama?

3- Bajo ningún concepto, a menos que prefiera morir muy despacio, jamás se sugerirá:

-¿Estás más gordita o me parece?

4- Si un hombre no quiere emprender un camino sin retorno jamás deberá incursionar en los conocimientos inútiles de una mujer:

-¿Cómo es eso de que sos Piscis con ascendente en Géminis?


o
-
¿Me podés explicar por qué se tiene que usar algo usado en un casamiento?


o

-¿Por qué decís que se te rompen las uñas si te las miran mucho?

5- Si no se quiere escuchar dos sesiones de terapias enteras no se deberá abordar las grandes narrativas de las inseguridades femeninas:

-No entiendo por qué siempre decís que no salís bien en las fotos. No entiendo.

6- Si un hombre no quiere escuchar demasiado, mejor que pregunte poco:

-¿Cómo? ¿Yo no fui el primero?

7- Bajo ningún término, no se deberá preguntar cada dos segundos:

-¿Ya llegaste? ¿Ya llegaste? ¿Ahora sí ya llegaste?

8- Si no entendés qué pasó, ¿Por qué pensás que ella sí?:

-¿Me podés decir qué fue eso?


9- Si no se quiere escuchar que las mujeres se visten para otras mujeres, no se deberá intentar descifrar sus gustos exóticos:

-¿Trescientos pesos en esa telita?


10- El día de su cumpleaños, un hombre, un verdadero hombre, jamás preguntará:

-¿ Cuál es el año exacto de tu nacimiento?

martes, 7 de octubre de 2008

El de los pantalones rotos

o acerca del amor a última vista.
Bla bla bla

Imagínate que vas distraída por la calle y de golpe levantás la vista y ves a alguien que te sonríe y que se va. Esa noche, si llamás a tu mejor amiga, no le vas a decir: “Hoy iba caminando por la calle y un chico con los ojos oscuros me sonrió”. Pero seguramente antes de dormir lo recordás y otra vez te roba una sonrisa.
Eso es un amor a última vista.

Como bien lo expresa Baudelaire, el amor a última vista es un amor de ciudad. Es el amor en medio de la multitud. Es el flechazo. El relámpago de ver a alguien entre la gente y sentir “eso” que segundos después se va a escabullir así como llegó. A veces es sólo una mirada. Como cuando vas caminando por la calle y chocás la vista con el repartidor o el chico de un auto. Son minutos. Se sabe de antemano que no va a haber intercambio de ningún tipo. Que sólo se tratará de eso. Así de pasajero. Una experiencia perceptual.

El viernes fui a una fiesta con mis amigas. Una fiesta muy cool en Nuñez, con buena música, gente copada, y si bien, Amy, Claudia y Cecilia se fueron a eso de las 5, Angie me pidió por favor que nos quedemos más tiempo porque había alguien que le gustaba mucho. Y bueno, yo, que estaba super cansada pero que soy buena amiga, accedí. Pero qué aburrida que estaba. Un flaco se puso pesado y hasta me arrinconó y me besó. Pero a mí no me gustaba para nada su forma de ser. Huí. La verdad que tenía ganas de irme de la fiesta y llegar a mi casita, a mi camita, a mi almohada preferida. Pero algo inesperado cambió mi humor.

Me senté en un sillón super cómodo y me fui quedando dormida mientras Angie revoloteaba por ahí en conquista de su galán. Al rato un chico que estaba en el otro sillón me toca el hombro y me dice:

El:
Che… se te corrieron las medias.

Paula (desganada):
Ah, si. La chica que está ahí me quemó con su cigarrillo sin querer.

El:
Uuu, qué lástima. (Se da vuelta).

Paula (Que se despertó súbitamente al mirarlo bien):
Pero... ¿queda muy mal? (mostrándole sutilmente la rodilla derecha )

El (que le vuelve a prestar atención a Paula y a su rodilla):
No, te queda bastante bien.

Paula:
Pero sabés qué. Vos estás peor. Se te rompieron las botamangas de los pantalones.

El:

Uy, no me di cuenta. ¿Me queda muy mal?

Paula:
No. A vos te queda bastante bien.

(Risas de los dos)

Paula:
Decime la verdad.

El:
A ver. ¿qué?

Paula:
Te rompiste las botamangas a propósito. Para tener onda.

El:

Sí. Fue un trabajo arduo. Me re costó.

Paula:
O fuiste al shopping y le dijiste a la vendedora – “Dame los pantalones más rotos que tengas. Los quiero ya.”

El:

Me descubriste. Soy una víctima más de la moda.

Paula:
Me lo imaginaba.

(Risas de los dos)

En ese momento viene Angie a buscarme y tuvimos que emprender el regreso con el auto de su nuevo galán.

Podría decir tantas cosas acerca de él. Que era un tímido, un lerdo o un tonto. Que cuando lo saludé me podría haber pedido el celular, el mail, o cualquier cosa. Pero no. No voy a decir nada. Es que es linda la sensación de que un desconocido te lleve a hacer bromas tontas y reírte por cosas insignificantes. Es muy linda la sensación de sentir que alguien te gusta al menos por cinco minutos.

De todos mis amores a última vista, que fueron cientos, este fue con el que más hablé.





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domingo, 5 de octubre de 2008

BESOS, MAS BESOS

(Esto no se lo esperaban)
bla bla bla

Como era la semana de los besos, y yo nada, le escribí un mail a Matías:
“Si venís a visitarme grabame alguna película que esté buena. Al menos para decirle a mis amigas: Matías es un desastre. No sé cómo empezamos a vernos. Pero eso sí, recomienda las mejores pelis”.

Y vino a visitarme, por supuesto. Él, tan simpático como siempre, hizo su aparición con una película coreana en la mano. Le encanta presumir sus películas difíciles de conseguir. El es medio presumido.

Y la empezamos a ver. Nos sentamos uno muy cerca del otro. Siempre nos cuesta romper el hielo, porque, como ya saben, nos vemos esporádicamente. Además los dos somos de hablar mucho y muchos temas al mismo tiempo.

A mí me divierten sus historias. El también habla de sus exs. Es extraño pero no pongo celosa. Con Mr. Wrong hubiera sido capaz de cortarle la lengua si me hablaba de alguna. Con él no me pasa. Lo veo más bien como un personaje de algún cuento. Tal vez suene agresivo, pero no lo veo como a alguien real. Y yo me explayo. Le cuento cosas que jamás le conté a ningún chico. A él, a diferencia de todos los demás, le encanta escuchar.

Pero volvamos a la historia, estábamos mirando la película, compenetrados, y en un momento nos miramos. Y para qué. Una cosa llevó a otra y, bueno, empezamos otra vez. Nos besamos.

Primero fue un beso suave. Delicado. Después un beso más fuerte, más intenso. Tratamos de seguir mirando la película. Lo intentamos. Pero después vino un beso que se devoró a todos los otros besos. Y un beso más que se llevó por delante al beso anterior. Todo fue seguido por una lluvia de besos. Volvimos a querer recuperar la atención en la película pero un aluvión de labios se desparramó. Así. Ahí. Un despilfarro de humedades concretas y absolutas. Besos franceses. Besos panorámicos.

Me encanta el labio inferior de Matías. Le haría una reproducción al estilo dentista. Con esa pasta blanca y ese olor a hospital. Para que me siga besando. Que me siga besando.

No pienso dar detalles de lo que pasó después, pero ninguno de los dos terminó la película.

Seguro que tenía un final feliz.





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jueves, 2 de octubre de 2008

JAMAS BESADA

O la historia con Diego, el inexplicable
Bla bla bla


A Diego lo conocí en un boliche de la calle Niceto Vega hace unos cinco años atrás. Lo miré por un largo rato y se acercó a hablarme. Tenía un pañuelo en la cabeza y los ojos oscuros. Era músico. Tocaba en una banda de rock y trabajaba en un estudio de grabación bastante conocido. Dentro de sus cualidades descato su simpatía. Tenía una voz muy hermosa y una sonrisa magnética. Ese día hablamos un rato y, por más que yo sutilmente traté de acercarme, no me besó. Se fue. Nos pasamos los teléfonos.

Paula:
Angie, este chico me gusta. Me gusta mucho.

Un miércoles de la semana siguiente tuve un día re largo. Llegué a mi casa totalmente cansada y deprimida. Levanto los mensajes del contestador y:

Diego:

Paula, soy yo, Diego. Bueno, quería saber si tenías ganas de ir al cine o algo. Te llamo otra vez. Un beso.

Mi expresión de felicidad habrá sido muy notoria porque Lola, la chica que vivía conmigo en esa época, me miró y me dijo:

Lola:
¿Quién te llamó?

Paula:
El chico que conocí el viernes.

Al otro día estuve atornillada en el teléfono. Y cuando por fin sonó le dije a Lola:

Paula:
Atendé vos. Que no parezca que estoy desesperada.

Era él. Me pasó a buscar y fuimos al cine. Cuando salimos caminamos por media ciudad. Hablamos un montón. Me contó de su familia, del divorcio de sus padres. Yo le hablé de mí. No tenía auto pero me acompañó hasta la puerta de mi casa otra vez. Yo le dije de subir y él aceptó. Subió y Lola lo conoció. Le cayó re bien. Era muy comprador. Se quedó un largo rato. Cuando se fue, Lola me mira y me dice:

Lola:

¿Y? ¿Qué pasó?

Paula:

Nada. No pasó nada. Ni me besó. ¿Qué tengo? ¿No le gusto?

Lola:

La próxima vez tocalo más. Golpealo en el hombro. Tocalo al pasar.

Paula:
¿Me llamará otra vez?



Llamó. Organizamos una salida de a cuatro. Lola con un amigo de él. ¿Yo con él?
Por él me comí la segunda película más horrible de mi vida. Hasta lo dejé elegir. Estábamos en la butacas y yo, de lo más idiota, lo empecé a tocar. Le golpee la pierna, el hombro, y en un momento, hasta le di la mano. Cuando terminó la película yo esperaba que viniera el gran momento del beso. Pero, en cambio, el amigo de Diego dijo:

Amigo de Diego:

Vamos a comer algo.

Lola:
Si, estaría buenísimo.

Diego:
¿Tenés ganas, gorda?(Anoten esto: Me dijo gorda, así, tipo cariñosamente)

Paula:
(en las nubes) Bueno, vamos.

Fuimos a comer los cuatro. Volvimos a mi departamento. Tomamos un café. Comimos chocolate. Y él diciendome gorda, gordi, linda, cosas así. (Ok, besame ya).

En el medio hubo una situación muy romántica. Estábamos en el sillón. Yo al lado de él escuchándolo hablar:

Diego:

… Porque a la guitarra hay que tenerla así. Bien cerca tuyo. Pegada al cuerpo. Así salen las mejores cosas.


Ahí me miró con sus profundos ojos negros y yo percibí algo, pero en vez de besarme, se puso a cantar.

Al rato, se fue con su amigo, y cuando bajé a abrirle, otra vez, no me besó.

Subí a mi departamento, totalmente angustiada.

Paula:

Lola, no me besó. No entiendo nada.

Lola:

Te mira como si le re gustaras.

Paula:

Hoy lo toqué. Hice todo lo que me dijiste.

Lola:

No sé qué decirte. Es un caso inexplicable.

Paula:

Me decía gordi. Me consultaba y todo. (Exaltada) ¡Esta es la tercera vez que lo veo!

Lola:
Si. Si. Lo escuchaba. No sé. ¿Y si lo llamás y le preguntás?. Por ahí está en otra historia.

Paula:
No. No lo llamo nunca más. Si le gusto que me llame.

Pero nunca llamó. Yo realmente no entendía la situación, así que recurrí a mis compañeros varones. Y mis compañeros de la facu me re gastaban. Pero ellos tampoco entendían nada.

Patricio:
¿Será gay, Paula?

Paula:

No sé. No creo.

Patricio:

¿Y por qué no lo besaste vos?

Paula:

Qué se yo. Yo también me pongo tonta cuando me gusta alguien.

A los meses dejé el departamento de Lola por primera vez y me mudé temporalmente con mi familia. Un día Lola me llama:

Lola:

¿A qué no sabés con quién hablé hoy?

Paula:

¿Con quién?

Lola:

Con Diego. El que nunca te besó.

Paula:

¡No! ¡No puede ser!

Lola:

Sí, te llamó, boluda. Quería saber cómo estabas. ¡Qué divino que es! Me dijo que lo llames.

Paula

¡Pero Lola, pasó un año! ¡Un año!

Lola:
Y.. sí. ¿Pero lo vas a llamar?

Paula:
Lo llamaría pero justo el viernes, en un rapto de amor propio, tiré su teléfono. Siempre me termino arrepintiendo
de hacer cosas así.

Lola:
Siempre pasa.

Paula:
Es la última vez que tiro un teléfono. La próxima vez te lo paso a vos así lo anotás en tu agenda y recién ahí lo tiro. Mejor empezar a hacer un backup, por las dudas.

Lola:

¿Por las dudas de qué?

Paula:
De que cuando tenga 50 años y 20 gatos no tenga a nadie a quien llamar.



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