martes, 30 de septiembre de 2008

Besame, besame mucho

Algunas observaciones acerca de los besos
bla bla bla


Besar como arte

Besar es un arte. El arte del intercambio.
Es la zona donde se tantea la habilidad del otro de generar deseo, pero también la habilidad del otro en el tema de desear.
No hay nada más terrible que un hombre que no disfrute besar. Besar por el deseo mismo de un beso.
Nada más triste que tu chico piense que una tarde de besos es una pérdida de tiempo. Nada tan difícil de conseguir como un hombre que no piense así. Un hombre al que no le gusta besar nunca podrá llegar a sentir pasión. Pero, por suerte, la mayoría de los hombres no son así.
Les gusta besar pero con una sutil diferencia. Ven al beso desde el contexto del juego previo. Como un medio para llegar a otro terreno.
Para las mujeres es distinto.
Todo lo demás, lo que viene después del beso, es una extensión del beso mismo, de las sensaciones generadas, de las ganas de perderse en el otro, de caer por caer.

Para las mujeres besar es un arte. El arte del intercambio.


La regla implícita del primer beso con un hombre:

En el primer beso está todo.

El primer beso es determinante para saber si con ese hombre existe “química”. Si lo vas a volver a ver o sino.
Si tenés ganas de seguir conociéndolo. Si se trata de “amor” o sólo de “sexo”.
Si es un hombre para domingo a la tarde o para sábado a la noche.

En el primer beso está todo.

Y esta es una regla universal.


Cosas que un hombre nunca tiene que hacer durante el primer beso con una mujer:


- Ronronear.
- Suspirar.
- Aspirar.
- Soplar.
- Estornudar.
- Reirse.
- Comer o Mascar.
- Besarle la nariz.

Sin embargo, como la psicología femenina es absolutamente caprichosa, ninguna de las cosas de esta lista es válida si el hombre cuestión te gustó desde que entró por la puerta principal.



Comentario más gracioso que escuché de una mujer:


- Me re gustaba pero tenía la lengua dura. Ni loca lo vuelvo a ver.


Algo que escribí a los 15 años en mi diario íntimo:

Me besó. Qué tonta. Me temblaron las piernas.

Pensé que me iba a desmayar.

jueves, 25 de septiembre de 2008

20 lugares comunes en los que cae un hombre

Otra lista de 20 cosas que no querés volver a escuchar:
bla bla bla

1- Necesito un tiempo.

2- Pagamos a medias.

3- Me caso en dos meses.

4- Le quiero poner gas al auto.

5- ¿Otra vez con la dieta?

6- Sos una histérica.

7- La voy a dejar.

8- ¿Te cortaste el pelo? No me di cuenta.

9- Paula, te presento a mi ex.

10- Tenés que tener en cuenta que un litro de nafta sale 2.70 pesos.

11- Estoy en la oficina.

12- ¿Hoy era nuestro aniversario?

13- Ya no siento lo mismo.

14- Vos también con eso de la astrología.

15- Y además el metro cúbico de gas sale $1.

16- En serio. La voy a dejar.

17- No es que no quiera presentarte a mis padres sólo que todavia no es el momento.

18- Pero a ella no la toco ni con un palito.

19- No me gusta Sex and the city.

20- Te juro que esta vez sí la voy a dejar.

martes, 23 de septiembre de 2008

El de la boca grande

O las maravillas del mundo
Bla bla bla



Especial Primavera
(colaboración para Derecho a Roce)



Tenía 12 años y con mi grado fuimos a Capilla del Señor. Había llegado el gran día de la primavera.
Tengo recuerdos varios de esa época. Todos raros. Mezclados. Absurdos. Imágenes borrosas. Como una película de David Linch pero para el Disney Channel. Un viaje en tren. Seríamos como treinta preadolescentes con acné y muchas ganas de conocer lugares nuevos.

Ese año me habían sorprendido en mi cuerpo un par de cositas que años después llevaría con orgullo, pero que en ese momento tapaba desesperadamente con remeras largas y sueltas que me hacían parecer una chica rara. Más rara todavía de lo que era, porque tengo que admitir que muy bien no me integraba con el resto. Cuando mis amigas me empezaron a cargar me tuve que acostumbrar al corpiño. Tal vez no tenga nada que ver con el relato estos detalles, pero estoy tratando de expresar lo complicado que es el ambiente de la pubertad. Me acuerdo con tanta nitidez de cómo me incomodaba usar sostén, pero más que nada de cómo me incomodaban las miradas. También recuerdo que en el viaje estuve escuchando con los auriculares esa canción:
Te vi llegar del brazo de un amigo cuando entraste al bar, y te caiste al piso. Me tiraste el pingüino…
Y que yo me pasé todo el viaje imaginándome pingüinos desparramados. Pingüinos empetrolados. Los pingüinos de las fotos de mi libro más adorado de la infancia “Las maravillas del mundo”. Todas las maravillas del mundo. Todas esas cosas que estaban fuera de mi casa y que yo quería ver, quería tocar, quería sentir.
Durante ese año lectivo me senté al lado de un chico. Le decían el Bocón. Le decían así por el tamaño desproporcionado de su boca. Yo era la típica alumna de buenas notas y él era un desastre. Tenía novia y siempre hablaba de sus chicas. Yo ni siquiera había dado mi primer beso. Creo que no era consciente pero a mí me gustaba. No estaba consciente de eso hasta el día de la primavera que con el colegio nos llevaron a un lugar lejano y abierto. No recuerdo demasiado del lugar, sólo la sensación de que era un lugar abierto, con muchos árboles y muchos adolescentes de verdad que nos trataban como chicos. Y, por más que sea un dato menor, fue la primera vez que vi un preservativo. Estaba tirado en pasto. Mis compañeros me dijeron:
- ¿Sabés lo qué es?
Y yo les dije que sí, que sabía. Pero era mentira. Sabía que era un método anticonceptivo pero no tenía la más pálida idea de para qué realmente se usaba. No entendía el proceso. No entendía su razón de ser. Y no entendía bien qué motivación tan intensa podría hacer que osaran usar un preservativo en un lugar tan lindo, así, con flores y pajaritos, un lugar tan lindo como para hacer un picnic. Pero, bueno, no quise preguntar demasiado.
Ese día él estuvo de lo más simpático. Él era muy simpático aunque no era lindo. Eso ya lo había definido mi grupito. Y yo me reservé el secreto de que me gustaba, así como también me reservé el comentario de que mis hormonas estaban inquietas.
Tampoco recuerdo qué pasó en el medio. Del picnic no me acuerdo nada. Es como un bache abismal que tengo ahí. Llénenlo ustedes. Imagínense un mantel a rayitas y una canastita con sándwiches y a la pequeña Paulita con el pelo más claro y los ojos más grandes.
Lo que recuerdo con nitidez es que empezó a llover. Que las maestras se estresaron. Que nos fuimos corriendo hasta la estación. Que tomamos el tren otra vez y que otra vez me imaginé pingüinos.
Cuando bajamos en la estación mi mamá no me estaba esperando y El Bocón me acompañó hasta mi casa.
- Me queda de paso – me dijo.
Y fuimos juntos. Teníamos puestos nuestros delantales blancos. Llovía.
El estaba hermoso con su cara mojada y se despidió de mí en la puerta. Sentí su humedad.
No pasó nada.
Jamás nos dimos un beso. Ni siquiera nos volvimos a ver cuando fuimos más grandes.
No pasó nada. Nada de nada.
Sólo eso.



Pero fue la primera vez que tuve ganas de enamorarme.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Todos contra Paula

bla bla bla


Si en algo estuvieron de acuerdo todos los hombres de mi vida fue en llamarme inmadura.









Seguir leyendo acá.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cuentas Pendientes

Segunda parte
bla bla bla

El día que volvés a ver a tu ex novio no es un día común. Es un día clave en tu calendario. Es un día que tenés que empezar antes de ese día. Prepararte con tiempo. Anticiparte a los hechos. O sencillamente rezar.

Tenés que pensar bien que te vas a poner. Algo sencillo, sin demasiada producción. Una pollera corta para que le de bronca no puede faltar. Una remera blanca, algo sobria, y maquillaje suficiente como para molestarlo.

A la mañana me despertó un sms de Matías no-perfecto:
- Te quedaba muy bien ese vestido.
Por lo que podemos decir que empecé el día con una sonrisa. Casi me dejó el mismo vestido, por cabala. Pero no. Le tengo miedo al olfato masculino.

Cuando llegó Mr. Wrong nos abrazamos. Habrán sido los veinte segundos más eternos de la historia. ¿El se dará cuenta que cuánto me lastimó? ¿No se levanta todos los días y se siente un monstruo? ¿Cómo se mira al espejo? ¿El lado donde dormía yo quién lo usará? ¿No es la peor ex novia del mundo la que después de cortar se abre un blog que se llama hablemos mal de los hombres?

El me dijo que estaba más hermosa, que estaba cómo cuando me conoció. (¿Por qué no me valoraste los años que estuvimos juntos?). El me dijo que ahora su vida estaba mucho mejor. (Si, si, claro. Entonces por qué te veo tan mal. Estás más flaco y parecés triste). Que estaba estudiando un nuevo idioma. (Tendrías que primero aprender a comunicarte con una mujer). Que pensaba hacer un viaje afuera el año que viene. ( ¿Te querés ir lo más lejos posible para olvidarte de mí y de lo cobarde que fuiste?). Que los fines de semana siempre tenía una fiesta. (Divertite. Yo también me divierto). Y que a veces me extrañaba. (Ahí bajé la cara y le contesté que yo también).

En medio de la charla me suena el celular. Miro la pantalla y veo que dice:

Gabriel llamando…

Me puse nerviosa. Agarré y salí afuera para atenderlo. Me llamaba para pedirme el celular de Amy, nuestra amiga en común. Nada más. Quedamos en volver a hablar. Corto rápido. Vuelvo a la mesa. Apenas me siento me recrimina.

- Si no podías atender adelante de mí no hubieras atendido.
- Era Julieta-le contesto.

No sé por qué hice eso. Todavía no me explico por qué le mentí. Tampoco me explico por qué le di explicaciones si ya no estamos juntos. Pero lo hice. Siempre con la estúpida actitud conciliadora.

No hubo beso ni sexo post separación ni nada digno de contar en un blog. Fue una reunión corta y planificada. Me tenía que ir a cenar con mis amigos en una hora. Ya tenía todo organizado. Aunque llegué media hora tarde por quedarme un rato más. Viajamos juntos en el tren. Nos sentamos uno al lado del otro y yo, en un momento de flaqueza, apoyé mi cabeza sobre su hombro por un rato. Se sintió tan bien como siempre pero así de doloroso.

El se bajó primero. Yo no miré para atrás.

La cena estuvo divertida. Como era día de semana nos emborrachamos un poco nada más.

Bueno, genial. Lo vi a mi ex. Ya superé el maldito día. Un día antes se aparece Matías. Mientras estoy hablando con él me llama Gabriel. Encima mis amigos me sobreprotegen y me cuidan. Si lo hubiera guionado no me hubiera salido mejor. Hasta parece cronometrado. Todo me salió perfecto. ¿Qué más puedo pedir?

Pero. Siempre hay un pero. Me pueden decir entonces por qué cuando llegué a mi casa, a las tres de la mañana, y en medio de una crisis de llanto, lo llamé.

Por qué le confesé que siempre hay un momento en el día que me pongo a llorar. Que cuando suena el teléfono siempre pienso que es él. Que ya no atiendo para no soportar la desilusión. Que todos los viernes a la noche me duelen. Todos. Que de noche siento que me voy a secar. Que me sigue dando miedo,

mucho miedo,

morirme de amor.



Seguir leyendo acá.

martes, 16 de septiembre de 2008

Cuentas Pendientes

Primera parte
Bla bla bla

Mañana me tengo que encontrar con Mr. Wrong. Va a ser casi un trámite. Unas cuantas pendientes que tenemos. Devolvernos cosas. Supongo que tomar un café o algo así. Pero me estoy muriendo de los nervios.
Ya pasaron varios meses desde que no nos vemos. Hablamos a veces. Un poco. Msn cuando lo extraño. Teléfono cuando el msn se nos vuelve demasiado frío. Ya ni siquiera hablamos de “nosotros”, sino más bien hacemos resúmenes patéticos de los días de la semana de cada uno. Mis amigas me dicen que no tendría que tener ninguna clase contacto y yo les prometí que el de hoy iba a ser el último.

Pero el tema es que ayer me preguntaba: ¡¡¿Cómo llego a mañana?!!

En medio de un ataque de ansiedad sorpresivo agarro el celular y mando un sms:

- Sería genial verte hoy. Realmente necesito un abrazo.

No sé si habrá sido la carita sonriente que le dio ternura, o qué fue, pero al minuto recibo una respuesta:

- Estoy en 10 en tu casa. Tengo una hora nada más pero te paso a buscar.

Me puse un vestido y me recogí el pelo en tiempo record. Ni le pedí explicaciones. Agarré el abrigo, sonó el portero y bajé.

Era Matías no-perfecto que me esperaba en la entrada con una sonrisa:

- Viste que no soy tan malo – me dijo.

Y yo me colgué de su cuello con un abrazo.


Fuimos a pasear por el río.

Primero estábamos re distantes. Yo lo agarré de la mano como una tarada y él se sintió invadido. Fue tan clara su reacción. Se quedó duro y se quedó callado. Yo me alejé con incomodidad.

- No me das más la mano, boba.
- No. ¿Para qué?

En el siguiente acto imagínense un día nublado y frío. Dos personas, un hombre y una mujer, que no van caminando de la mano porque se hacen los difíciles. A la inversa, años atrás, en la segunda cita con Mr. Wrong, fue él en que insistía en caminar de la mano, mientras yo buscaba excusas ridículas y me safaba de la situación. ¿Será que Matías me hace acordar a mí hace un par de años atrás?

La costa está llena de gatos hambrientos nomás. El cielo se refleja en el agua con ese color raro de los días nublados. A mí me encanta el atardecer por cómo se proyectan las luces. Se lo digo. El me abraza. Mal. Muy mal. Creo que ya se dio cuenta que soy sensible.

En algunas ocasiones demasiada sinceridad es deshonesta. Y él no me pregunta por qué yo le escribí así que yo tampoco le pregunto por qué se tiene que ir. Pero sospecho. (A esta altura ya todas sospechamos ¿no?)

Nos sentamos en el pasto para besarnos. No sé qué le pasará. Está amable, simpático. No paramos de reírnos y besarnos. Besarnos y reírnos. Se tendría que haber ido hace una hora pero yo no le aviso. Me acaricia el pelo. Un rato más así y nos alcanza la noche.

Le entra un sms que él mira sobresaltado.
- Estoy llegando re tarde. Me tengo que ir.
- Bueno.
- Hablamos en la semana.
- Dale.
Me acaricia la cara.
- Che, me gusta estar con vos – le dije y lo besé.
- Claro. Porque nunca pasa nada- justo él me reprocha- . Me siento utilizado. Vengo cuando me llamás y no pasa nada.
- ¡Pero si no nos vemos nunca!
- No importa. Eso es lo de menos. Vos a tus amigas deciles que no paro, que soy un animal.



Seguir leyendo acá:

lunes, 15 de septiembre de 2008

Tony Soprano

O la violencia del insomnio
Bla bla bla

Ayer, mientras daba vueltas en la cama, cerré los ojos y me metí de prepo en el sueño. De un momento a otro, me encontré sola en la parte trasera del club de strippers, y fui directamente hacia él.

- ¿Tony?
- ¿Qué?

No atino a contestarle que le doy un puñetazo directo a la cara. Mis brazos en los sueños son mucho más fuertes que en la vida real. Tony pierde el equilibrio y se sostiene en una mesa. Sus mafiosos se dirigen hacia mí en defensa. Pero Tony con un gesto los detiene. Y todos me miran. Tony no es de golpear a una mujer y me lo dice.

- Te doy solo una oportunidad de irte de acá, perra.

Pero yo, lejos de irme, le doy otro golpe seco. El me responde el golpe con más violencia y comenzamos a pelear mano a mano.

Yo tengo un vestido con la espalda descubierta y medias negras. No me veo la cara. Sólo me veo de espaldas. Creo que estoy en una especie de Tomb Raider. Peleo con tenacidad. No me caigo.

El me golpea. Yo lo golpeo. A él le sangra la cara. A mí no me duele. No me duelen los puños. No me duelen las miradas de sus hombres, que, por supuesto, quieren acabar con mi vida con sus pequeñas armas de mafiosos. Yo me imagino sus bolsillos llenos de dinero sucio y sus narices apretadas de cocaína. Sus ojos que me miran y que brillan de la bronca.

Afuera las desnudistas bailan. Tony y yo estamos cansados. Nos sentamos a un costado. Nadie ganó la pelea.

- Y bueno, ¿qué coños te trajo hasta acá? – me pregunta.
- Nada. Me cae mejor Al Pacino – le contesto desganada -. Creo que ya te muestran demasiado humano.

Y de golpe, logro lo que mis puños no lograron. Tony se pone a llorar y apoya su cabeza en mi hombro, vencido.

En el sueño tengo una revelación: Hace siglos que los hombres se golpean con el fin de lograr lo que quieren, mientras que nosotras, con sutileza, nos entrenamos en el arte de la palabra justa y la manipulación emocional.

viernes, 12 de septiembre de 2008

20 lugares comunes en los que cae un hombre

Cosas que escuchaste alguna vez y que no querés volver a escuchar:
bla bla bla

1- Tengo novia.

2- Estoy muy cansado.

3- No puedo ir.

4- Es más rica la torta de manzana que hace mi mamá.

5- ¿Te puedo dar un beso?

6- Te dije que es una compañera de la facultad.

7- Me olvidé los forros en mi casa.

8- ¿Qué marca es? ¿Tiene divx?

9- Va a pasar sólo lo que vos quieras.

10- No me gustan las mujeres con maquillaje.

11- Es una amiga.

12- En el auto no comas.

13- Tendrías que hacer más ejercicio.

14- ¿Usás ese programa para escuchar música?. ¿Cuando te lo bajaste? ¿En el 95?

15- Ahora no quiero hablar.

16- Es una amiga de mi amiga, nada más.

17- ¿No está demasiado corta?

18- ¿Es análogica o digital?

19- Te juro que es la primera vez que me pasa.

20- En serio. Es sólo la amiga de la amiga de mi amiga.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

El que nos pasamos todas

o la teoría de la transición
Bla bla bla

Cuando corté con Mr. Wrong mis amigas me sugirieron que tenía que verme con Gabriel. Yo siempre las trataba de tontas por no haberlo valorado, ya que, de una por vez, se había visto ocasionalmente con Angie y con Claudia. Y yo no entendía bien qué tenía mal, por más que ellas se esforzaban en explicarme.

Claro. No lo entendí hasta que salí con él.

Gabriel es todo un caballero. Es atento y comprensivo. Inteligente. Te escucha cuando hablás. Te abre la puerta del auto. Ni siquiera es que me aburrí porque es divertido. De hecho, tiene una historia familliar muy entretenida. Pero al final, no tengo otra excusa, resulté igual que mis amigas.

La cita fue agradable pero despojada. No sé si me explico. Para colmo, en medio de la cena, recibo un sms:

- ¿ En qué andás?

Era Matías no-perfecto y su olfato detector de citas. Después de más de una semana sin dar noticias de vida, salgo con otro y ahí aparece. ¡Dios!

Esa noche Gabriel me llevó a mi casa. Nos dimos un beso. Un lindo beso, pero no creo que nos volvamos a ver. Me cae muy bien. De verdad. Pero ... ¿Por qué no nos encandila a ninguna de nosotras? ¿Si tiene todo lo que estamos buscando?

Lo mejor es que él, en lugar de tener problemas de autoestima, o sentirse una promiscua, como haríamos nosotras, por haber salido con todos de un grupo y no terminar con ninguno, seguro que se debe creer un galán. ¿O no?

Tendría que haber esperado más pero no pude y apenas entré a mi casa le contesté a Matías.

- Acabo de poner Virgen a los 40. ¿Y vos qué hacías?
- Ja. Esa es genial. Ya es re tarde. Me voy a dormir.
- Ok - le contesto.
- Hablamos en la semana - me dice él.

Así que sigo en Stand-by. Por no decir que me pusieron en Pausa.

La realidad es que Gabriel es el típico target de transición. Así fue para Angie, para Claudia, y finalmente para mí. ¿Terminaste recientemente una relación? ¿Querés volver a entrenarte lentamente en el tema de la seducción? ¿Querés creer que en esa jungla de mujeres solteras al ataque todavía quedan hombres buenos que te tratarán bien? Te paso su teléfono y lo llamás. Pero no esperes sobresaltos ni locuras. Eso sí.

Tener una cita con Gabriel es como un día de sol en un parque. Sólo que vos vas a mirar de reojo a la montaña rusa. Porque por más que sepas que si te subís vas a terminar vomitando, de vez en cuando te gusta,

cómo te gusta,


sentirte mareada.



Seguir leyendo acá:

lunes, 8 de septiembre de 2008

LOCOS POR EL FUTBOL

Carta de una mujer soltera a un hombre apasionado

pero por el fútbol.
Bla bla bla

Querido Hombre apasionado por el Fútbol:

Ahora que no nos conocemos todavía, y antes de que nos embarquemos en fines de semanas compartidos, tengo que aclararte algo. Yo puedo entenderlo todo. Soy una mujer muy comprensiva. Pero que prefieras ver un partido de fútbol antes que tener sexo, eso jamás lo voy a entender.

Salvo por instintos alocados que se me desarrollan en épocas de mundiales, quiero que sepas de antemano que yo no pertenezco a esa clase de chicas. No. No soy de esa clase que se llama por teléfono un domingo para invitarla a mirar Fútbol de primera. Lo siento si me estabas idealizando.

Es simple. Odio ponerme histérica mientras miro a once tipitos chiquititos que corren desaforados por algo que ni siquiera entiendo. El masoquismo no es lo mío. Y mis domingos son mis domingos. Si esto es algo que no podés entender: MOVE ON.

Pero en los mundiales es distinto. Ahí podemos llegar a un acuerdo. Por el tema de la diversidad, digo. Hay altos, petisos, negros, senegaleses franceses, alemanes que no son rubios. Y a mí me encanta hablar mal de los hombres, pero también me gusta ver el panorama.

Y acá tengo que darte la segunda advertencia: Mientras miro, surgen en mí cosas desconocidas. Frenéticas. Inquietantes. Yo, que soy una dama. De repente algo se apodera de mí y dejo de serlo. Así. De un momento a otro. Y grito, puteo, vocifero, como si fuera otra persona. ¿Vos no querés conservar el romance? Te pido que lo pienses.

Por otro lado, está el tema de la picadita. Ese discurso armado que tienen de que de juntarse todos los jueves es cosas de hombres. A mí no me vengas con eso de que es por el deporte. Blanquéalo. Te gusta juntarte con tus amigos. El partido es lo de menos. Es la excusa. Si lo único que traés son lesiones.

No quiero ser cruel. Me siento mal por decirte esto, pero el fútbol no es lo tuyo. Aunque rememores las épocas en que estabas en la tercera de Tigre, tenés muy en claro que, repito, el fútbol no es lo tuyo. Por eso estudiaste, vendés celulares o trabajás en el supermercado. No tenés que tener un argumento para juntarte todos los jueves con tus amigos y yo no necesito escucharlo. No soy tu mamá.

Y no soy ninguna botinera.

Hay algo que me pone nerviosa: Las metáforas futboleras. No me digas que todo es una mentira como Messi, porque justo es la única mentira que no me creí. Y si te cuento algo sensacional, no me contestes que es un golazo como el de Maradona a los ingleses.

Te voy a decir que no, siempre, si me invitás a festejar la Copa. Las únicas copas que me gustan tienen vino adentro. A ver si entendés un poco de lo que hablo. No me pongas en situaciones comprometidas. Invitame a una fiesta.

Finalmente, si tenés todos estos defectos, hay sola una manera que yo los pueda pasar por alto. Y para saberlo, tenés que releer el primer párrafo.

Con amor,

Paula

jueves, 4 de septiembre de 2008

El del colectivo (2)

Bla bla bla

Segunda Parte


Pasado el impacto de la casualidad, cuando se desocupan los asientos del fondo, nos sentamos juntos. Yo le agarro la mano sutilmente. Con él no me cohibo, porque no me interesa.

Nos acariciamos las manos un rato. Nos besamos. Pero él está raro. Lo percibo distante.

Lejos de decirme algo que tratara de seducirme, agarra y me dice:

- Tenés los labios secos.
- Es por el frío.
- Tenés que tomar más agua.

Conversación literal, chicas.

Cuando lo estoy por insultar, me acaricia con un dedo las cascaritas de los labios y me besa otra vez. Me ablando. Me besa medio a lo bruto y la gente se da vuelta a mirarnos. Nos separamos un poco. Hablamos de muchas cosas. De libros. De la rinoplastía de Letizzzzzia. Hacemos bromas. Nos besamos más.

Unas paradas antes de llegar, le digo lo que nunca tendría que haber dicho:

-¿Querés bajar?
- No. Tuve un día re largo, boluda. Y no voy a faltar a la facultad por vos.
- Yo no te pedí que faltes a la facultad.

Me bajo enojada, rara. Me siento una idiota. Qué me importa. Si a mí este tarado no me interesa.

Apenas pongo un pie en mi casa le escribo a Cecilia desde el celular:

"Lo encontré a Matías en el colectivo. Lo invité a pasar y me dijo que no".

No pasa un segundo que recibo otro mensajito de respuesta:

"Me lo mandaste a mí".

Sí. Sí. Es lo que piensan.

Era Matías.

Tragame tierra. Por dios. Esto no me puede estar pasando. ¿ Por qué? .

Después de semejante autoboicot, sólo saco dos conclusiones:

1 . Ok. Lo admito. Matías no-perfecto me interesa, así, no-perfecto, tal como es.

2 . Con lo del mensajito, soy la sucesora indiscutible de Bridget Jones.

Ninguna me saca del podio.




Seguir leyendo acá:

miércoles, 3 de septiembre de 2008

El del colectivo

bla bla bla

A Matías-no-perfecto, parafraseando a LG, lo conocí por un proyecto en común con unos amigos. Yo en ese momento estaba muy de novia, y, aunque me había llamado la atención desde el principio por sus comentarios ingeniosos, creo que no di el mínimo signo de interés. Sin embargo, ese día, cuando salimos de la casa de Cecilia, fuimos hablando todo el camino hasta la parada del colectivo, y viajamos juntos.

Nos tomamos el 168.

Su primera línea fue:

-Yo soy el peor novio del mundo. Todas mis exs me lo dicen. Pero igual siempre nos seguimos viendo porque también soy el que más las hace reír.

Durante el viaje, hablamos poco pero fluído. Se hacía el superado. "Nunca voy a volver a estar de novio". Cosas así. Pero se notaba que no podía estar solo. No estaría de novio, con una. Pero las mujeres le llamaban mucho la atención. Era más que deseo por ellas. Quería descifrarlas. Enseguida me di cuenta su perfil.

Llegué a destino. Nos saludamos. Bajé. No pensé enterarme de su existencia de nuevo, hasta que me agrega al Messenger unos días después. Pensé que yo le gustaba,lo que me pareció agradable, pero hablando con mis amigos, me doy cuenta que agregó a todos los de la lista. Bueno, mejor, pienso, porque a mí no me interesa.

En el Messenger hablabamos poco pero me habla todos los días. No me invita a salir. No me tira onda. Pero me habla. Mejor, me digo a mí misma, que no intente nada, porque a mí no me interesa.

Lo volví a ver en una fiesta con consigna: llevar algo rojo. Fui con Angie, porque Mr. Wrong se negó rotundamente.

Matías no-perfecto estaba con una chica que cuando nos saludamos me miró de reojo. Yo pienso: Bueno, a mí qué me importa, si a mí él no me interesa.

Esa semana volvimos a chatear. Me dice que el rojo me queda muy lindo. Los halagos no son su fuerte, me di cuenta, y como no lo son, cualquier cosa que dice parece una gran cosa. Bueno, le gusta el rojo. Qué bien. Igual a mí no me interesa.

Un día, después de una larga charla en medio de mi jornada laboral, le cuento que pienso irme el fin de semana largo con mi novio.

- ¿Cómo? ¿Tenés novio? - me pregunta.
- Sí. ¡Todo el mundo lo sabe!
- Yo no sabía. Devolveme los veinte minutos de messenger - me dice, con una carita triste.

Me mata de ternura. Pero lo rechazo. Es simpático, pienso, pero a mí no me interesa.

A los meses, viene la ruptura con Mr. Wrong. Yo, que estaba muy triste, se lo cuento. Me dice:

-Lo mejor viene ahora, acordate, pero yo soy lo peor que te puede pasar.

Me deja picando sus palabras. Es un estratega de los buenos. Me inquieta. Pero no me interesa otro Mr. Wrong en mi vida, pienso. No, no me interesa.

Otro día, chateando, me confiesa que el día que me conoció, se tomó el 168 por mí, aunque lo dejara muy mal y tardara mucho más; y que ingresó a todos los de la lista de mails, para que agregarme a mí no quedara tan mal.

A esta altura también me manda mensajitos de texto que yo nunca respondo. No me sentía preparada para citas. No sé.

Un día, de la nada, me llega un sms:

- Estoy cerca de tu casa, ¿me invitás a tomar el té?
- Tendría que ser la 5 en punto-le contesto.
- Ja, dale!. Quiero té - (que no es lo mismo que te quiero, aclaro).

Maldito estratega, pienso. Apreto el portero y él sube. No sé por qué me sale tratarlo mal. Estoy tan a la defensiva que se nota. Matías no-perfecto no es Mr. Wrong, y lo sé, pero igual, tal vez por eso mismo, no puedo actuar con normalidad.

Tomamos el té, trae masitas, charlamos un rato, hay beso, pero yo estoy fría y fastidiosa. Hablo demasiado de Mr. Wrong. Hago todas las cosas que no tendría que hacer. El se va, nos besamos pero yo percibo su desilusión. Bueno, me digo a mí misma, igual a mí no me interesa.

Pasan unos días. Me deja de mandar mensajitos y en el messenger no lo veo más.

El Jueves siguiente tengo una reunión con amigos. Cuando salgo, subo al 168 y le mando un sms nostalgioso:

"Tuve un flashback de vos" – le escribo.

Me siento en un asiento de uno, al lado del vidrio, con melancolía, y me entra la respuesta:

"Son cosas que pasan".

Ni le contesto.

Un torbellino de pensamientos me torturan. Qué respuesta más fría. Cómo perdí su atención. Me quedo pensando, analizando la respuesta desde todos los ángulos del colectivo, cuando alguien me interrumpe y me dice con voz desganada:

- ¿Paula? ¿Qué hacés acá?
- ¿Matías?


(Continuará)



Seguir leyendo acá.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Ellos y la tapa del inodoro

Esta también es una historia de amor. Pero una historia de amor tormentosa.
bla bla bla

Tengo la teoría de que los hombres y la tapa del inodoro tienen un secreto vínculo emocional. No es una simple casualidad, un lapsus, un error, dejar la tapa baja.

Con respecto a este tema, podemos sugerir dos categorías de orden cotidiano. El que no sube la tapa del inodoro, y él que sí la sube, aunque ninguno de los dos está de acuerdo con su existencia.

El que no sube la tapa del inodoro es de la peor calaña de persona. Así como es con ella, la tapa, es con todos: hombres y mujeres. Es un egoísta, en todos los órdenes de la vida: en un viaje en tren, en subte, en su trabajo, en la cama con una mujer.

El que no sube la tapa del inodoro, secretamente está enojado con su madre. Su madre tenía un amante, se casó otra vez, empezó una carrera universitaria y dejó de prestarle atención, dejó de cocinar su comida preferida, o sencillamente el hombre en cuestión aún no puede asimilar el nacimiento de su hermanito aunque hayan pasado treinta años. Tal vez, y esta es la peor hipótesis, por accidente vio a su madre teniendo sexo con su padre.

Pero por el bien de la civilización, está la otra categoría. Los que suben la tapa del inodoro. Este perfil es mucho mejor. Al menos intentan relacionarse. Ceden un poco, lo necesario, lo que hay que ceder, y no tienen el instinto machote de mear el territorio. Al menos no todo el tiempo. Aprendieron la lección de mamá y tienen una relación sana con ella. Saben que se acuesta con papá, pero tratan de no pensar demasiado en ello.

Finalmente, hay una clase de hombre diferente a estas dos. El que sube la tapa y después la baja, como tiene que ser, por el bien de su damisela. De esta clase no se tiene información hace varios siglos. Se sabe que existía en la antigua Grecia y que tomaba el té con Zeus.

Esta especie de semidios o se ha declarado extinto o es una raza de hombre mitológica.

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin
Safe Creative #0903300152342