lunes, 28 de julio de 2008

EMANUELLE HORVILLEUR

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La fama antes de la fama

Emanuelle H. es el claro representante de la histeria masculina, pero divinizada. Camina por la calle Santa Fé, con sus lentes glams, mirando de reojo a cada nena que pasa. Con su ropa militar y su peinado tan cool que a ninguna mujer le quedaría así, tan perfecto.

Y va así, caminando, tan cansado de todas las pollitas que escuchan música oldie, en sus discmans, y que sin embargo fueron sus primeras fans.

¿No conocemos todas a un hombre como él? ¿No nos cagamos de frío días y días en el patio de nuestro colegio por una sonrisa de alguien como él, vos y veinte pelotudas más de tu clase? Bueno, Susanita también.

Susanita iba al colegio con Emanuelle y sentaba al lado de él. Ella lo recuerda como su primer amor pero él ni la recuerda. Susanita fue la fan Nº1 antes de que tuviera club de fans. Ella soñaba con sus ojitos. Escribía en su carpeta corazones con flechas. Se hacía la misteriosa y ponía en los árboles S+E U.P.S y a todo eso lo envolvía un corazón tallado a mano.

Esta clase de hombre es así: Famosos, antes de la fama. Susanita fue su primera víctima.

Un poco lo humaniza el hecho de ser el claro ejemplo, como diría mi abuelita, de que de la muerte ni de los cuernos nadie se salva. No me digan que no lo redime.
Y cuando pasa, todas, incluso yo, suspiramos, y él va dejando su halo de infelicidad glamorosa por toda la avenida.

Pero claro, ahora, que una mujer lo dejo por otro, no para de preguntarse en dónde están esas chicas modernas. Es un desagradecido a todas luces, como lo fue con Susanita. Con ella que masacró los troncos de todos los árboles del bosque de Palermo por amor.

Lo que no sabe es que las que escuchan U2 o Radiohead, no usan ni mp3 ni mp4,
Sí, esas mismas chicas que si les cae un ipod en sus manitas no entienden cómo corno se prende, todas ellas las Susanita del mundo, igual lo prefieren a Luismi.

Y esto es estadística pura.

sábado, 19 de julio de 2008

EL DELIVERY

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Mujeres amantes del fast food

Si sos de la clase de mujer a la que le encanta comer en la cama, yo te recomiendo El Delivery.

El delivery es como los arrolladitos chinos con salsa agridulce, como el chop suey con salsa de soja. Sabroso y oportuno, pero no cotidiano.

El delivery es una raza de chongo muy especial. Te estuvo acosando durante todo tu noviazgo. Y a vos lo tenías ahí, en reserva. Titilándote en el Messenger. Escuchando las boludeces que tu ex ya no soportaba. Y así fue. Te peleaste y lo llamaste. Y estuvo ahí, a la media hora. Y lo mejor de todo no fue eso, sino que no le tuviste que dar propinas.

Bah…

Lo de ustedes es genial. Vos lo llamás de vez en cuando, porque no da pedir todos los días, y viene a domicilio, con el casco, por supuesto. Pero ojo, nada peor para esta raza que se te antoje comer sólo de ese plato. Ahí huyen. Vos le gustabas más cuando no te podía tener. Y apenas estuviste ahí, servida en bandeja, chau. Si te he visto no me acuerdo.

Tiene sus desventajas el delivery: por ejemplo, su celular seguirá sonando mientras están juntos y él te va inventar una excusa para poder irse a las dos horas reloj, ya que otra comensal lo esperará ansiosa. Se solidaria con tu género y déjalo partir. Hoy por ti, mañana por mí.

Para seguir desgustando de este bocadillo, tenés que aprender a controlar los antojos gastronómicos. Sólo así él solito te ofrecerá un banquete. Mientras tanto, por mucho que te guste la comida china, vas a tener que pedir comida hindú, empanadas árabes o una pizza de muzzarella.

Y cuando por fin estés lista para volver a comer sano y equilibrado, porque al fin y al cabo, una ama las rutinas, vos solita lo vas a dejar de llamar. En el fondo, siempre te gustó la comida casera.

Como quien no quiere la cosa, si alguna vez querés chuparte los dedos otra vez, siempre tenés el imán en la heladera con una formita de corazón.

jueves, 17 de julio de 2008

Triste chica cosmo

Perdiendo el glamour
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El otro día, un amigo me dijo que abrirse un blog es un indicio de depresión. “Si hiciéramos una estadística seguro que las tasas de suicidio bajaron desde que la gente escribe los domingos”.

Antes, no hace muchos años, una persona a lo largo de su vida se encontraba limitada a escuchar sólo los comentarios y reflexiones de sus amigos y familiares más cercanos en cuanto a cuestiones de su vida personal. Cuando se necesitaba una opinión objetiva, en vez de ir a un psicologo, se acudía a los extraños. No era tan raro como ahora que la gente se te pusiera a hablar en los subtes y en los colectivos. Era como jugar a la ruleta. Podías escuchar grandes confesiones, historias de vidas increíbles, según quien se te sentara al lado.

Me acuerdo de una mujer rusa que me habló una vez en el 29. Estaba maquillada como un mamarracho. Se había pintado los labios de un color bordó que casi le había teñido la piel. Se vestía con muchos colores. Tenía unos aros fucsias, enormes, que le enmarcaban la cara simpáticamente. Se sentó al lado mío. No sé cómo empezó la conversación, sólo sé que esa mujer me desnudó su alma en un viaje de media hora. Fue casi como si me mostrara fotos. Pequeñas fotos que tenía en su cabeza. Sus padres, saludándola desde el puerto, la última vez que los vio. El barco que se tomó para seguir al amor de su vida. Los dos hijos que tuvo en Argentina. Su admiración por Perón y Evita. La muerte de su esposo y de su hijo mayor en un accidente. La tristeza de saber que estaba envejeciendo lejos de su país natal. La fatalidad de saber que tal vez jamás iba a volver. Y así nomás, llegó a Plaza Italia, tocó el timbre, me saludó cuando bajó y se perdió entre la gente de la vereda.

Pero con internet todo eso cambió y hoy me abrí un blog. Le puse un nombre dramático y pomposo, lleno de malicia: “Hablemos mal de los hombres”. Se me ocurrió el nombre en las últimas vacaciones con mis amigas. Antes de salir de Retiro compramos un montón de revistas en la Terminal. Unas cuantas eran de chismes. Otras, las típicas revistas de mujer. Era una peor que la otra. Decían cada estupidez. Una de las revistas femeninas decía “Para hacer a tu novio feliz, tenés que ser dulce y espontánea”. Y encima se atrevía a recomendar: “demostrarle lo que sentís con pequeñas detalles que le agraden como, por ejemplo, regalarle un sweater”. ¡Un sweater! Me hubieran avisado antes. Seguro que salvaba mi última relación con una prenda de puro cashmere con rombitos azules en vez de gastar tanta plata en ropa interior.

Me indigné. Es fácil reflexionar las relaciones de pareja desde la idea de la relación ideal. A lo que nadie se atreve es a reflexionar desde el lugar de la realidad. Los seres humanos somos masoquistas. Amamos lo que no tenemos. Todos, absolutamente todos, tenemos relaciones enfermas. Ninguno, ni hombres ni mujeres, sueña con un amante que nos regale un sweater. Se sueña, en cambio, con alguien que nos despierte sentimientos intensos de lujuria, de pasión, incluso cuando sabemos que el costo puede ser muy alto. En el fondo, a todos nos encanta perder el control.

Y por eso me abrí este blog con ese título dramático, pomposo y políticamente incorrecto. Dramático y pomposo, sí, pero humano. Y por supuesto, ya sé de antemano, que me voy a contradecir.

Hablemos mal de los hombres, le puse. Qué título. Estoy segura de que va a generar mucha polémica. Eso me parece genial. Ya se sabe que “la mala publicidad es siempre publicidad", pero, en realidad, el título es sólo una pantalla para algo más complicado que intento hacer: reflexionar sobre el amor, las relaciones entre hombres y mujeres, y, lo más difícil, sobre la soledad. Además, porque no, también quiero divertirme.
Entonces, llegué a la conclusión de que los blogs son ahora lo que antes eran los colectivos para las personas. Ahí está lo íntimo y lo público expuesto de maravillas. Lo que no es tan privado como para no ser público. No es tan público como para perder ese carácter intimista de la confesión de primera mano. Por eso decidí mantener el anonimato. Y, aunque puede resultar infantil, espero que nadie descubra quién soy.

Por eso cuando mi amigo me dijo: “Si hiciéramos una estadística seguro que las tasas de suicidio bajaron desde que la gente escribe los domingos”. No le dije nada pero casi le contesto…

- ¡Chocolate por la noticia!

Me dejó mi novio. Me quedé sin trabajo y estoy perdiendo lo que me quedaba de glamour.

Pero tengo un blog.

Amén.






Seguir leyendo acá.

EL FREAK (o por qué los buenos no nos gustan!)

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Me gustan los freaks. He dicho.

No hay como que me cuenten una anécdota rara, un gusto particular, un desquicio inoportuno, un talento incierto, una fortuna secreta, hacerme participe de un desliz romántico, o al menos intentarlo, como para cautivar mi atención en un minuto. Como si estuviera en el cine.

Apenas un chico me confiesa haber sido sobreviviente de un asesinato, ser pornógrafo, o peor aún, haber salido hace unos días de un psiquiátrico o un monasterio, empiezo con palpitaciones y un sudor frío en las manos, y esa cosa rara que me pasa en los ojos, (No sé si les pasará a ustedes, pero a mí, cuando me gusta alguien, las pupilas se me mueven involuntariamente, como si latieran.)

Pienso que lo mío va de mal en peor.
¿Cuando dejé de ser la tonta aduladora de músicos emergentes?
¿Qué pasó conmigo?
¿Por qué de pronto me gustan los freaks?

Cuando me encuentro con algún chico bueno, de esos que te tratan bien y se sacan la campera porque vos tenés frío, yo, que me muero de ganas por sentir algo, tengo que contener el impulso de arrinconarlo contra la pared, sacudirlo y gritarle:

- ¡ Decime por favor que cometiste algún crimen! ¡Decime!
Este blog está dirigido a todas las mujeres que tienen un amor atragantado. Porque no se puede hablar, ya sea bien o mal, si no es de algo que nos importa.

Y es así, chicas, como doy por sentada su pertinencia a esta raza de mujeres que creyeron o que siguen creyendo todavía en el amor a pesar de todos los tropiezos.

Porque mientras se busca al príncipe nos tenemos que reír de los payasos, pero pobre de aquellas que encontraron a un payaso que las haga reír porque ahí, justo ahí, perdieron.

Pero vos, sí vos, que estás ahí, agazapado, queriendo enterarte de que dicen las mujeres cuando hablan mal de los hombres, para vos también es este blog. Tomalo casi como un manual de supervivencia o una visita antropológica.

Como quieras, pero podés quedarte.
Por esta vez te dejamos.

¡Bienvenidos!




Si querés contactacte conmigo podés hacerlo escribiendo a: paulalamalvada@gmail.com







COMO LEER ESTE BLOG:


Hablemos mal de los hombres no es una historia, son muchas. Distintas historias desde diferentes perspectivas que, al mismo tiempo, se relacionan entre sí.

Paula ¿la malvada? aborda desde pequeñas situaciones grandes temáticas de la vida de cualquier mujer, como, por ejemplo, la soledad, la busqueda del amor, y deja en evidencia los estereotipos masculinos con los que se topa una soltera que camina por Buenos Aires.


Sus principales secciones son:



TRISTE CHICA COSMO
Es mi historia. La historia de mis citas, de mis amores y desamores. Sigue un orden narrativo y se tiene que leer en orden cronológico. Si te animás a la aventura... clickeá acá.

HABLEMOS MAL DE LOS HOMBRES

Retratos de hombres (y algunos relatos también).


También tenés otras secciones muy interesantes:

HISTORIETAS // Paula en Viñetas //


TEORIAS
Reflexiones y teorías acerca de las relaciones entre hombres y mujeres.


Además de las secciones clásicas de humor:

LUGARES COMUNES DE LOS HOMBRES

COMO TRATAR MAL A UN HOMBRE Y MANTENERLO ENAMORADO

RANDOM



Y no se trata sólo de hablar mal. A veces también se puede hablar bien de los hombres:

HOMBRES MARAVILLOSOS

Por último, ahora también hay wallpapers y postales con divertidos motivos emocionales para las chicas (y los chicos que secretamente leen este blog):

POSTALES PARA VER, LEER Y REGALAR

WALLPAPERS




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