lunes, 28 de septiembre de 2009

Pinky y Cerebro

Mucho más que dos
bla bla bla



A veces me sorprende el grado de fraternidad que algunos hombres logran con su mejor amigo. Es como si se complementaran perfectamente. Una mirada y ya se dijeron todo. Un guiño y ya está. Quizá sean habilidades telepáticas que se aprenden jugando al truco. No sé. Es un absoluto misterio para mí. Pero hay duplas que eternamente darán que hablar.

En la oficina observo algo parecido. Cuando los miro a Fabián y Alan no deja de venirme la imagen de aquel famoso dibujito Pinky y Cerebro.

Mientras que Fabián tiene un rol de mando, Alan necesita una guía. Fabián parece más inteligente. Alan parece más sensible. Alan tiene una risa boba pero de esas que te dan confianza. Fabián tiene una expresión canchera pero, en el fondo, es torpe para relacionarse. Reconoce las necesidades de su mac antes que las de su madre.

La dupla funciona, sin dudas. Fabián dice A y Alan ya está terminando el abecedario. Si uno se para, el otro ya está en la puerta. Tienen una coordinación absoluta. A la tarde, cuando es la hora de irnos, ellos dos siempre salen juntos. Los dos son fanáticos de la trilogía de Star Wars. Los dos son de Boca. Los dos leen los mismos comics de superhéroes.

Yo me aprovecho de tanta simbiosis, por supuesto, y también los cargo. ¡Porque es un poco extremo! Pero, como les tengo cariño y me tratan tan bien, la verdad es que me muero de ternura cuando Fabián llega y Alan trata de disimular que estuvo mirando el reloj cada 5 minutos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

Jugar al amor (4)


bla bla bla



Las semanas restantes fueron de ensueño. Levantarse con absoluta motivación para ir al colegio. Las mañanas todavía eran frías. Pero en el recreo él se me acercaba. El sol siempre nos daba de frente. El cortejo se repetía. Me regalaba golosinas. Yo, a escondidas, tenía una cartuchera donde guardaba los papeles que las envolvían.  También guardaba ahí los avioncitos de papel que me enviaba de ventana a ventana , al estilo de Los amantes del círculo polar, o las notitas que hacía para molestarme en las paredes de las escaleras.

Y así pasaron los meses, llenos de besos en los pasillos y alguna que otra chica celosa por ahí. De vez en cuando él me pasaba a buscar con el auto y nos ibamos a pasear. A veces también venían mis amigas con nosotros. Hasta que un día llegó a nuestro patio una chica de otro colegio que captó la atención de todos los varones del colegio. Incluso la de Fede.

La historia se repetiría, pero  ahora me tocaba a mí ser la chica que ya no recibía toda la atención.
Mucha gente podrá decir que en la adolescencia los enamoramientos son pasajeros y no dejan secuelas. Es mentira. La verdad es que a esa edad no se distinguen las cosas en términos de pasajero o duradero. Todo se vive con la misma intensidad.

Las baldosas grises se volvieron más grises y las escaleras más empinadas la semana que Fede comenzó a acercarse a la chica nueva durante los recreos.

Y aunque no falte quien califique  esta historia como “cosas de chicos”, la manera en que se dan nuestras primeras relaciones configura la forma en que nos relacionamos después.

Con Fede aprendí tres cosas que me ayudaron para el resto de mi vida:

1)      Hay hombres que sólo buscan la adrenalina de la conquista. Una vez que te tienen comiendo de su mano, van en busca de otra presa.

2)  Se puede pasarla genial mientras tanto.

3)      El amor, definitivamente, no es un juego.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Jugar al amor (3)



bla bla bla



Y sí. El anonimato era lo mío. Aunque a veces íbamos a bailar con mis amigas tampoco salía mucho por ese entonces. En el colegio siempre pasaba desapercibida. Siempre me juntaba con los mismos que, por supuesto, no eran ellos. Ellos… los populares.

Fede era uno de esos chicos del que todo el colegio hablaba. Si cambiaba de novia, si lo traía su viejo, si reprobaba una materia, etc. Y sus novias siempre iban al colegio. Durante los recreos él se acercaba a ellas hasta que sonaba la campana como una forma natural de cortejo.

Yo también ya había tenido un par de noviecitos pero ninguno de la escuela. Casi siempre eran chicos más grandes. En ese momento, me gustaban mucho los chicos más grandes. Ni se me ocurría salir con alguno de mi curso ni de mi edad. Pero admito que había algo en él que siempre me había gustado aunque solo nos llevamos un año.

Y un día levanté las carpetas para guardalas y encontré una nota escrita sobre la madera del banco: “Paula, Fede te saluda”. Hay un subtítulo más abajo que decía: “Siempre te miro en los recreos”.

Cuando leí lo que estaba escrito sobre el banco yo pensé: “Qué casualidad. Hay un mensaje para otra Paula en el banco.” Y sonreí. Pero, cuando bajé las escaleras para irme a casa y vi que Federico me miraba, me di cuenta que me estaba pasando a mí. Oh sí. Era a mí.





El chico popular me estaba conquistando.

(continuará...)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Jugar al amor (2)


Playground Love
bla bla bla


El tema de esta relación en manada que surgió en la oficina, este grupo de trabajo, me hace volver mucho a mis años de secundaria y a evaluar seriamente mi desconfianza a los grupos.

En el secundario nunca la pasé muy bien. Como suele pasar, había un grupito de chicas populares que ocupaban el centro del aula. Las más terribles se sentaban atrás. Había una fila de varones en un lateral y con mi grupo de amigos nos sentábamos en el otro extremo, cerca de la ventana y al lado de la puerta. Y no. Nunca fui popular. Nunca.

Tampoco era la más insignificante pero mucho menos la más linda. No encandilaba con la belleza de mis ojos ni con la fuerza de mí mirada (es más, siempre miraba para abajo si es que alguien me gustaba). No impactaba por mi inteligencia (es más, siempre que atraía un chico me volvía una tonta). Ni mucho menos por mi destreza: (era la peor en educación física). Creo que todo mi grupo estaba en el mismo lugar: los del medio. Ni winners ni losers. Ahí, en la mitad. Pero, sin duda, me destacaba a la hora de escribir para los actos, las monografías, concursos literarios, y sí, a algunos chicos eso les atraía. Por ejemplo a Fede.

Fede era un chico simpático. Tenía una sonrisa dulce, pecas en las mejillas, y el pelo lacio, castaño. Sus ojos eran marrones claros. En esa época, no tendría más de 17 años.

Nos conocimos en un concurso literario que hicieron en la biblioteca de la escuela. El estaba con su noviecita de ese momento, Celia, que era una de mis compañeras de aula. Y aunque ese día aparentó ni mirarme unos meses después comenzó su elaborada estrategia de conquista.

(continuará...)

viernes, 18 de septiembre de 2009

Pequeñas travesuras

bla bla bla



Estoy escribiendo poco porque no tengo un minuto de descanso. Perdonen ustedes pero el retorno la vida laboral full time no me está siendo muy sencilla. La verdad es que por lo demás me divierto mucho. La bruja de Blair me sigue molestando aunque, con la ayuda de los chicos, ya empecé a tomar represalias.
Hoy, en un momento, Vanesa se acercó a hablarme de lo que yo estaba haciendo “mal”, con esos aires de jefa política que tiene. Entonces nos miramos. Y sin hablar, llevamos a cabo el plan que veníamos ideando hace un par de semanas.

Primer paso: Alan se ofreció a buscarnos dos cafés con leche. Por suerte para nosotros, Vanesa enseguida dijo que sí. Cuando llegó Alan con los cafés, venía la parte de Fabián. Fabián le preguntó algo y ella se dio vuelta. Entonces, tuve que ser rápida y le cambié el sobrecito de edulcorante por un sobrecito de sal. Vanesa siguió hablando mientras rompía la parte superior del sobrecito de sal y los chicos se descostillaban a sus espaldas.
Todo salió perfecto. Tendrían que ver la cara de Vanesa cuando probó el café.
-Ay, que boluda. Le puse sal. – me dijo y sonrió.
Fue la primera vez que la vi sonreír a Vanesa y hasta me sentí culpable.
Alan y Fabián se morían de la risa. Vanesa se fue enseguida y ese día tuvimos un poco de paz.
Nada más. Eso.
Quería contarles que es definitivo.

Me parece que volví al secundario.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Uy, Qué vergüenza


bla bla bla


Sarita metió la pata. Me preguntó adelante de Alan y Fabián si Diego me había mensajeado.

Alan:
-¿Diego te pidió el celular? ¿En qué momento?

Fabián:
-¿Y vos se lo diste?

Paula:
-Chicos, tranquilos. Ni me escribió.

Sarita:
-Uy. Me parece que la cagué, ¿no? (con esa risita de chanchito característica). ¿Era un secreto que te gusta Diego?




Alan y Fabián se miraron de reojo y yo me quise hundir dentro de la pc.



*Por otro lado, dejemos de lado la oficina y hablemos del mundo virtual: Gracias a la gente de Maybelline por invitarme al evento donde estuvo Nicole, que es muy alta y flaca. Qué envidia. El labial que me traje es divino y muy para el día. Y gracias a Elen por ser tan copada y no juzgarme después de todas las copas de vino que me tomé, ja.
Después también le quiero agradecer a Pablo por recomendar este blog en el Acople. Y ya que está, a la gente de Minuto Uno que puso a Hablemos mal de los hombres en los blogs recomendados.

viernes, 11 de septiembre de 2009

After After Office


bla bla bla

El escenario del after office es un escenario diferente. La gente que hasta hace una hora era seria y callada comienza a mostrar su lado oculto. Los tipos se desanudan la corbata. Hay algunos que hasta se la sacan. Las chicas se sueltan el pelo y se pintan un poco más. Mucha chomba y look ejecutivo. Una cerveza que viene, una cerveza que va. En un rato todos están más alegres. Ya se olvidaron de si el mail llegó o no. Si escucharon el mensaje. Si se decidirán con ese aumento de una vez.

Ese día fui con Fabián al bar después del trabajo. Vanesa todavía no había llegado. Las chicas que ni me miraban se me acercaron a hablar y me cayeron muy bien. Sobre todo me hice amiga de Sarita. Una chica muy graciosa que está al tanto de todos los chismes de la empresa. Cuando llegó Vanesa todas se fueron hacia donde estaba ella pero Sarita se quedó conmigo. En pocos minutos me enteré que Martín y Diego resultaron ser mejores amigos de la infancia y que Martín salía con la recepcionista del segundo piso, Lorena, y que se pelearon hace muy poco porque Lorena lo engañó con otro.

Paula:

-¿Cómo?


Sarita:

-Sí. Le metió los cuernos con otro.


Paula:

-¿Y él como se enteró?


Sarita:

-Le revisó el celular.


Paula:

-¿Le revisó el celular?


Sarita:

-Sí. Venía sospechando.


Paula:

-Eso es re de mina. Lo de revisar, digo.

Sarita:

-Un poco – Y largó una risa muy graciosa, chanchito, que me tentó demasiado.


Sarita:

Sí, ya sé. Tengo una risa muy rara.


Paula:

-Me encanta.


Sarita:

-¿En serio? – Me miró con complicidad- ¿Tomamos otra más? – Llama al mozo.

Paula:

-Dale.


Sarita:

-Bueno,¿ cuando me vas a contar que te gusta Martín?


Paula:

-¿Cómo me va a gustar si recién lo conozco? Lo mismo que Diego. Es imposible que me guste ninguno de los dos si sólo hablé con ellos dos palabras.


Sarita:

-Aja. Bueno. Me parece que tenés que elegir uno. Para que te cuento más de cada uno así tanteás el terreno…


Paula:

-¿Y vos?


Sarita:

-Yo me muero por Alan pero no me da bola. ¿No es lo más lindo que hay?

Cuando Fabián se nos unió cambiamos de tema. Las siguientes horas no paramos de hablar los tres hasta que fue la hora de la torta. En ese momento nos acercamos al grupo.


El mejor momento fue cuando Diego se acercó, charlamos un rato y me pidió el celular. Martín me ignoró de manera rotunda.


Después del brindis, cada uno volvió para su casa.


Los días siguientes pasaron más o menos así. Como Sarita y yo trabajamos en distintas secciones, estamos esperando ansiosas que termine el día ir a hablar al bar. Creo que me hice una amiga.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

Relaciones Laborales (3)


bla bla bla

Paula:

-¿Vos sos Martín? ¿El del cumple?


Martín:

-Sí.


Paula:

-Feliz cumpleaños, entonces.


Martín:

-Gracias. Cumplo 29.


Paula:

-Bueeeena edad- le contesto medio tartamudeando.


Diego:

-Qué lindos zapatos – señala Diego.

Paula:

-Gracias. Son… Son zapatos de emergencia. Me hicieron mal los otros- les digo, avergonzada.

Ellos se sonríen. Martín Darcy es morocho y de estatura media. Tiene ojos negros y dientes perfectos. Diego Redford es alto y rubio. Tiene el pelo enrulado y los ojos marrones y una sonrisa desprolija pero alegre.

Diego:

-¿Te vemos más tarde?


Paula:

-No no no no sé. No creo.


Pero justo llega Fabián a la oficina. Vuelve después de estar todo el día afuera.


Fabián:

-¿Cómo que no? Obvio que vamos.


Yo le sonrió y asiento con la cabeza.


Paula:

-Nos vemos ahí.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Relaciones Laborales (2)


bla bla bla

El jueves de la semana pasada fue un día intenso. Me levanté un rato más temprano a elegir la ropa para ir después del trabajo con la gente de la oficina a un barcito que queda muy cerca. Me puse un vestido negro, neutro y elegante, y elegí la ocasión para estrenar unos zapatos que me compré en liquidación por Santa Fé. Salí de mi casa confiada de que iba a poder revertir los efectos de la mala onda que estuvo a la orden del día desde que entré a mi nuevo trabajo. Pero apenas llegué me di cuenta que todo eso iba a ser imposible.

Alan se había pedido el día porque tenía que ir al dentista y a Fabián lo mandaron a otra empresa a cerrar una cuenta. Ahí estaba yo, sola para enfrentar a la bruja de Blair.

El día de oficina no estuvo tranquilo. Yendo y viniendo. Subiendo. Bajando. No paré más o menos hasta la hora de la merienda. Cuando me di cuenta que me dolían los pies y me saqué los zapatos, noté que tenía algunas zonas del pie en carne viva. Eran las secuelas de los zapatos nuevos. Nunca me habían lastimado tanto un par de zapatos. No podía volver a calzarme de tanto dolor, cuando se acerca Vanesa.


Vanesa:

-Paula… Dice Fernando que lleves esta carpeta al piso al cuarto piso.


Paula:

- (Desganada) Bueno, Ahí voy.


Vanesa:

- Ah… me olvidé de decirte que están arreglando el ascensor.


Tenían que haber visto mi cara.

Evalué la situación y mandé al cadete de mi sector a que comprara un par de alpargatas a un negocio de la vuelta. Esperé a que volviera. Le dejé el cambio. Me puse las alpargatas, metí los zapatos nuevos en una bolsa y subí hasta el cuarto piso. Estas cosas no le pasan a Carrie Bradshaw porque sus zapatos son de Jimmy Choo y no tiene mi economía tercermundista.

Para cuando bajé el ascensor andaba otra vez.

Ya había desistido de toda intención de cualquier interacción después de la oficina cuando se me acerca el chico del cumpleaños a saludarme.

- Hola, yo soy Martín - Me dice.

Atrás de él aparece otro que también me saluda.

-Y yo soy Diego.

Esta situación no me la esperaba ni como la más remota posibilidad. Fue así. Como si me diera la luz del flash justo en la retina. A primera vista. Así de cegador.

¿Alguna vez se enamoraron de dos chicos a la vez?



jueves, 3 de septiembre de 2009

Relaciones Laborales (1)


bla bla bla

Lo primero que hacer es tratar de sentirse en casa. Mi decisión fue poco pragmática pero inteligente. Le pegué unos stickers de Snoopy al monitor y ya me compré una taza para las dosis en cantidades industriales de té que me tomo por día.

Mis compañeros, los dos nerds de los que me hice amiga, se llaman Fabián y Alan. Alan es mitad asiático. Durante uno de los almuerzos le comenté que las cosas hechas con origami me encantaban. Ahora tengo sobre el monitor una flor, una grulla y una cajita. Los dos son muy inteligentes, un tanto irónicos y me hacen reír. Fabián no para de mirar su i-phone. Yo hasta sospecho que hablar con la gente le molesta.

Sin embargo, resultaron muy protectores. Hoy Vanesa me habló en el almuerzo.

Vanesa:

- A ver, contame de vos.

Paula:

- ¿Es una entrevista?

Vanesa:

- No. (risita falsa).

Paula:

- Estudié Comunicación en la UBA y siempre trabajé en marketing. ¿Vos?

Vanesa:

- Yo estudié Comunicación en la Universidad de San Andrés.

Paula:

- También escribo. A veces también hago contenidos para empresas o algunas notas para algunas publicaciones.

Vanesa:

- Ah. Qué casualidad. Yo también escribo. Tengo dos libros sobre nuevas tecnologías.

Paula:

- Qué bueno.

Fabián:

- Pero te los financió la empresa de tu papá. Te olvidaste esa parte.

Vanesa:

- No me molestes, Fabián. (A mí) ¿Tenés novio?

Paula:

- No.

Vanesa:

- Ah. Sola. (Y me lanzó una mirada examinadora). En la oficina se hacen censos algunas veces. La empresa prefiere gente con relaciones estables.

Alan:

-¿Estables?

Fabián:

-¿Sí? ¿Y qué definís como estable, Vanesa? ¿Pelearse en público todo el tiempo con tu novio en la empresa?

Vanesa:

- Callate, Fabián. Nadie te habló a vos.

Alan:

- Vane es la novia de Fernando.

Vanesa:

- Acá los chismes se propagan.

Paula:

- Yo recién me entero, eh.

Vanesa:

- Bueno, seguí trabajando. – y amagó irse- Ahh, me olvidaba. Te recomiendo que te vistas más formal.

Y se fue, haciéndome sentir que prácticamente desnuda.

Paula:

- Chicos… ¿Me visto mal?

Fabián:

- No le hagas caso. Es una superficial.

Paula:

- (Preocupada.) Pero yo también.

Fabián:

- Cada una es superficial a su manera, Paula.No te angusties.

Alan:

- Además esta remera que tenés está buena.

Paula:

-¿Si?

Fabián:

- Está genial. Tal vez te lo dijo por las medias.

Paula:

-¿Qué tienen? ¿Los rombitos pasaron de moda?

Fabián:

- Nada. Nada. – asustado- . Me voy. Se acabó el almuerzo. (Alan lo siguió inmeditamente huyendo despavorido de mis preguntas). Creo que necesitás una opinión femenina.

Paula:

- Ya voy. Me termino mi té.

Y me quedé sola un rato diciéndome a mí misma "Me tengo que comprar ropa urgente". En ese momento se me acercó Fernando, el jefe y el novio de Vanesa.

Fernando:

- Paula, qué piernas, eh.

Paula:

-¿Gracias?

Fernando:

- ¿Venís mañana al Happy Hour? Es el cumpleaños de Martín.

Paula:

-¿Quién es?

Fernando:

- Mañana lo conocés bien. Vení así conocés al grupo. Quiero que te integres.

Paula:

- Bueno, mañana te aviso.

Lavé la taza y volví a la PC tratando de pensar si es conveniente que vaya mañana al territorio de las chicas.

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