miércoles, 31 de diciembre de 2008

Sobre este blog

A fin de año siempre se hace balances:
bla bla bla


Cuando empecé este blog, el 17 de julio del 2008, lo empecé por una cuestión muy personal: quería volver a sonreír. Puede ser una meta muy simple para algunos. En ese momento, yo lo veía como algo muy complicado. Había una razón más potente. Me moría por recordar que había más hombres en el mundo que ese que, después de tanto amor, había decidido seguir su vida sin mí.

A modo de divertirme, y divertir a mis amigas, que tomé como el lector ideal, escribí en mi computadora el texto de EL FREAK. Ahí descubrí algo que no sabía: les podía sacar una sonrisa a ellas, las que me escuchaban, las que todos los días me llamaban, las que me venían a ver para sacarme un poco de mi casa. Se los leí a todas por teléfono. Nos reíamos juntas a través del tubo. Mi amiga Julia me instó a que me abriera un blog anónimo. “Tenés que abrirte un blog donde nadie sepa quien sos y publicar estas cosas”. A los días lo hice. Les prohibí que me comentaran. Ninguna comentó nada. Este blog era para ellas pero no era para ellas: era para todas.

Cinco meses después es increíble todo lo que tengo para decir: conocí gente maravillosa que cruza la esfera de lo virtual y lo real. Así que este es mi sutil agradecimiento a las 65000 personas que visitaron este blog durante estos meses, a los casi 600 fans de facebook, los más de 100 seguidores, los que tienen el blog en sus links, a los que me comentan pero también a vos que siempre lees y te vas sin comentar.

Y esta es más o menos la historia de los hechos que nos llevaron a conocernos. Nosotras, las que amamos, odiamos, las que nos lavamos el pelo dos veces por día cuando tenemos una cita, las que vamos a entrevistas de trabajo, buscamos al amor de nuestras vidas, nos rompen el corazón, nos volvemos a enamorar, cuidamos a nuestros hombres, a nuestras familias, las que adoramos que nos lean el tarot y nos pronostiquen viajes, amores, buena estrella. Para nosotras. Para todas. Las que hablamos mal de los hombres porque, en el fondo, intuimos que no tenemos un tema que nos apasione más.

Al mismo tiempo, casi desde el principio, no tardaron en aparecerse ellos: los que querían saber que decimos cuando nos reunimos, vamos en el colectivo,en la fila del banco o en la sala de espera del médico. Comentaban. Se reían. Abrían el contrablog. Se arrepentían. Se emocionaban. ¡Me invitaban a salir! Me contaban sus historias con mujeres crueles que los hicieron sufrir.

Abrí este blog para hablar mal de los hombres pero, por suerte, tuve una revelación: hombres y mujeres no sólo somos diferentes sino que también nos parecemos.

martes, 30 de diciembre de 2008

EL TERCERO SIMBOLICO



o el cementerio de los exs

bla bla bla

Una vez leí en una revista psicoanalítica que para que una relación funcione siempre debe haber un tercero. Un tercero a nivel simbólico. De alguna forma, esta afirmación nos dice que los celos, en su justa medida, son algo necesario.

Nunca fui una mujer celosa. No es que sea la reina de la seguridad pero el gasto de energía que produce “estar celoso” me parece un agregado insoportable al gasto de energía de “estar enamorado”.

Hace unos años me embarqué en una relación rara que duró unos cuantos meses. Al principio teníamos una especie de juego. En vez de actualizarnos con el historial emocional de cada uno teníamos el acuerdo tácito de que ninguno de los dos mencionaba a nadie. Algo así como: Desde acá empezamos de cero. Nuestro pasado no nos condiciona. Vivimos el presente. Somos el hoy. Siguiendo esta dinámica, pasaron tres meses: Alguno iba a tener que decir algo acerca de sus antiguas relaciones. Era como un western donde alguno de los dos tenía que desenfundar primero y disparar cuanto antes. El primero fue él.

Me confesó que estuvo perdidamente enamorado, que ella lo había abandonado, que estuvo deprimido todo un año, que nunca pudo entender la situación. Yo jamás, hasta ese momento, había conocido un sentimiento como el que él me describía. Cada vez que él la mencionaba, por el sólo hecho de que no era un tema habitual, se volvía un espina que se me atravesaba en la garganta y que no podía digerir. Obviamente que, a partir de ahí, mi transformación fue inminente. Me transformé en algo odioso: la celosa de la relación.

El me demostraba que estaba conmigo, que sentía cosas por mí, pero yo no podía evitar escuchar, aunque estuviéramos hablando de otra cosa, ese tono entre sangrante y amoroso que tenía su voz apenas la mencionaba. Todavía ahora, que estoy escribiendo este post, muchos años después, parece que lo siguiera escuchando.

Después entendí, que, tal vez inconscientemente, todo eso era algo que él fomentaba. De alguna manera deslizaba conclusiones acerca del amor o de la pareja nacidas de su experiencia pasada. Pero en ese momento no lo veía tan claro. Me pasaba horas pensando en el nombre de esa mujer. Horas pensando en su personalidad, en su belleza. Horas imaginándome cómo había sido la vida de él con ella. Las rutinas que seguirían juntos. Si irían a cenar al mismo lugar que él me llevaba. Y a veces, entre llanto, si él realmente la había olvidado o seguía extrañándola.

Apenas nos dejamos de ver el nombre de esa mujer volvió a ser sólo un nombre más y dejó de ser una idea recurrente que me sacaba la felicidad. De hecho, ya ni pienso en el tema, lo que comprueba lo atinado de la teoría del tercero simbólico. Sólo cuando terminé esa historia me reconcilié con la ex de mi ex. También me di cuenta que, a la vez, yo iba a ser una idea recurrente para otra mujer, una espina atravesada en la garganta para la siguiente. Y cómo pasa con los muertos, que una vez debajo de la tierra ya no se distinguen entre ricos y pobres, hombres y mujeres, niños o ancianos, finalmente el mismo territorio inhóspito del olvido nos iguala con los otros que fueron pero que tampoco son.

Ella y yo, todos en algún momento de nuestras vidas, fuimos a parar al cementerio de los exs.

jueves, 25 de diciembre de 2008

TRISTE CHICA COSMO(3)


bla bla bla

A alguna gente le gusta la navidad. A mí no.

Hice todas las cosas que a todos nos vuelve locos en esta época. Compré regalos. Fui a saludar a los amigos. Mandé mails con saludos. Me quede sin crédito justo hoy, etc. Lo que nos pasa a todos. Lo que hacemos todos. Al menos, por suerte, no trabajé en el bar. Sin embargo, aunque le pongo ganas, a mí no me gusta la navidad.

Mis navidades, desde que alcanza mi memoria, siempre tuvieron un dejo triste. No era por los regalos, aunque no siempre había. Era porque faltaba él.

Una vez conocí el amor más puro y más simple pero lo perdí apenas comenzaba a entender lo que era un recuerdo. Yo tenía cuatro años y él cuarenta. Fue un cáncer fulminante que lo consumió en tres meses. Nos despedimos abruptamente. El siempre había deseado tener una hija mujer y apenas me sostuvo en sus brazos fue amor a primera vista. De él heredé mi pasión a la escritura, mi predilección a los libros viejos, la buena comida, los buenos amigos.

Después de su muerte, mi mamá y yo crecimos juntas, digamos. Un par de años después, ella se volvió a casar y de a poco la mesa se volvió más grande. Yo era de las que siempre pedía un hermanito. Por suerte se tomaron su tiempo pero vinieron. Dejé de ser hija única, aunque, sin dudas, me quedé con todas las mañas. Eso me dicen siempre.

Es raro como de pronto algunas fechas comienzan a recordarnos a la gente que falta en la mesa. Esa es la razón de que a la mayoría cada vez nos gusta menos la navidad. La clave para disfrutarla es pasarla rodeados de las nuevas adquisiones familiares: sobrinos, primitos, hermanitos, etc. Ellos todavía conservan esa mirada ante lo nuevo y todavía no tienen demasiada práctica con el tema de la nostalgia. Desde que encontré esa táctica siempre mis navidades tienen un poco de fiesta. Bailo, abro regalos con más sorpresa y prendo estrellitas en el balcón.

Pero cuando llega las doce, siempre, pero siempre, me acuerdo de él.

El hombre que más me amó.

El que más rápido se fue.

Mi papá.



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lunes, 22 de diciembre de 2008

CUPIDO EN NAVIDAD


bla bla bla

Tengo la teoría de que enamorarse en navidad es peligroso. La teoría de que enamorarse en navidad tiene alcances radioactivos. Pienso así porque la primera vez que me enamoré fue en navidad. Pero tal vez no exista el verbo adecuado para lo que me pasó. No sólo me enamoré. No. Fue un flechazo. Más que un flechazo, una suerte de hiroshima emocional.

El era alto, flaco, ojos marrones claros, pero demasiado claros, casi translúcidos. Tenía el pelo largo. La sonrisa de una publicidad de cigarrillos. Y también tenía... novia.

Cuando nos conocimos yo tenía 15 años y él 19. Era el mejor amigo de mi primo. Yo lo veía como un exponente de la sabiduría y la madurez. Qué ridículo que me parece ahora.

La historia con él fue hermosa y extraña, y ya habrá oportunidad para desarrollarla con lujo de detalles. Pero volvamos al momento en que me enamoré, porque fue un momento, un momento determinado, como un salto en el tiempo, del que no volví igual.

Yo estaba sentada en la vereda de la casa de una amiga. Estábamos hablando de Los Beatles, muy concentradas, cuando de pronto, él frena con violencia su bicicleta justo en frente de mí. Yo me asusto por el ruido, miro hacia arriba, él me mira, me saluda con normalidad y yo me quedo paralizada.

Sólo sé que desde ese momento todo transcurrió en cámara lenta.

Miré hacia arriba, los fuegos artificiales estaban detrás de él, y fue así, como una revelación, algo que me arrancó del registro de lo cotidiano para llevarme a los límites de lo maravilloso. Él, los fuegos artificiales, él, su sonrisa tabacalera, los fuegos artificiales, él. Fumar es perjudicial para la salud. Él.

El amor.







EFE
- Paula ¿Te pasa algo?

PAULA (Con palpitaciones en las pupilas):
- ¿A mí?... No. Nada.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Fragmentos de un discurso amoroso(1)


Dos frases que siempre me hacían llorar:
bla bla bla

- Nacemos solos y morimos solos.

- No creo en el amor para toda la vida.


Me las repito a mí misma una y otra vez cada vez que tengo ganas de llamarte como si fuera un suerte de hechizo contra vos. Balas de plata en contra de tu nombre, tus ojos, tu sonrisa. Un collar de ajos para exorcisarme de tu casa, tu ropa y tu teléfono que a veces todavía marco por error.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Gómez


O malvada a los 10
bla bla bla


Yo creo que los hombres que se vuelven malos tienen una génesis donde perdieron definitivamente la inocencia.

No me acuerdo bien de su nombre. Por más que trate de acordarme no puedo. No me sale. Sólo me acuerdo de su apellido. Gómez.

Era un compañero de la primaria de perfil bajo. Se sentaba en un banco de atrás. Nunca se sacaba buenas notas y miraba a todo el resto, en silencio, desde el fondo.
Un día, lleno de valor, Gómez se levantó, se acercó hasta a mí, y delante de mis amigas, me dio una carta. Era una carta de amor. Tenía flores, mariposas y corazones que había recortado de alguna revista y había pegado sobre el sobre improvisado. No sé que habrá pensado mientras recortaba. Yo ni la abrí. Me levanté, me acerqué al tachito de basura más cercano y, sin una pizca de misericordia, la tiré. Mis amigas, más arpías que yo, la levantaron de la basura, la abrieron y la leyeron. Adentro de la carta, que por dentro también estaba llena de figuritas y dibujos, había un poema y en las líneas finales me preguntaba si quería ser su novia.

Ese día todo el grado de burló de Gómez.

Nunca me había dado cuenta de la capacidad de crueldad que tienen los chicos hasta que repaso la mía, mi propia crueldad infantil.

Cuando Gómez creció me llegaban historias terribles de cómo trababa a las mujeres y yo sentía una culpa natural. ¿Había sido yo la responsable de Gómez cruzara la línea delgada que divide a los estrategas de los sinceros?

Hace unos años me lo crucé a Gómez en el supermercado. Yo sé que me reconoció. Él iba de la mano de una mujer muy hermosa y tenía sobre la espalda a una nena muy chiquita que sería su hija. Gómez se me quedó mirando unos largos veinte segundos. O al menos así lo sentimos mi sucia conciencia y yo. Nos miramos los dos pero ni nos saludamos. Yo claramente tuve la necesidad de escabullirme por alguno de los costados más cercanos para perderme en la hilera de bebidas alcohólicas. No sé si habrá escuchado lo que refunfuñé cuando pasé al lado de él mientras me mordía los labios:

-Perdón, Gómez, perdón.

jueves, 11 de diciembre de 2008

TRISTE CHICA COSMO (2)


o tu médico alemán
bla bla bla

El otro día, después de mi trabajo en el bar, salí con Angie por Palermo y conocí a un alemán. De alemán no tenía nada, salvo el acento. Morocho. Profundos ojos negros. Cuerpo perfecto. Alto. De espalda ancha. Simpático. Un hombre hermoso. Pero convengamos algo: podría haber nacido en San Telmo o Ituzaingó. De alemán no tenía nada. Parecía un pibe de barrio. Con mucho esfuerzo me contó que le faltaba una materia para recibirse de médico y que antes de llegar a Buenos Aires estuvo salvando vidas en África. También me dijo que nació en un pueblo chico de calles angostas, muy mediaveles, que a cualquier porteño de noche le erizaría la piel. Por los vámpiros- le contesté, como si tuviera alguna lógica. Él se rió. Ahí me di cuenta que yo le gustaba.
Angie hasta fantaseó que por ahí me enamoraba y me iba a vivir a Berlín. Yo no fantaseé tanto pero la verdad que el alemán me gustaba y le dejé mi celular.
Al otro día me despertó un sms:

SMS MEDICO ALEMAN
¿Llegar bien a tu casa, che? Yo re bien. ¿Vos quieres que te llame para hacer un plan?

(No sé por qué los extranjeros enseguida dicen che y boludo todo el tiempo).

Le contesté que sí, por supuesto.

Me invitó a un lugar de comida mexicana. Comer comida mexicana con un alemán. Sentí que finalmente me había llegado la globalización.
Pero la cita fue un fracaso. Y la arruiné yo.

Estoy convencida de que Matías es una plaga, una maldición, una abominación del Apocalipsis. Me lo encontré otra vez de casualidad cuando estaba por tomar el tren para ir hacia el alemán de mis sueños. Me puso mal.
Ahí estaba con el alemán adelante mío, que trataba de superar las barreras idiomáticas con su simpatía, y yo, con la cabeza apoyada en contra la ventana, mirando hacia afuera.

MEDICO ALEMAN:

- ¿Te pasa algo, boluda?

PAULA:

- Mí no pasar nada.

Terminamos de comer y el alemán, que seguro que se aburrió mucho, se tomó un taxi. Fue muy cortés. Lástima que yo estaba en otra. Pensaba en alguien más. Al otro día me volvió a mandar un mensaje que contesté sin entusiasmo. No volvió a escribir. Pero esa noche me volví a mi casa, sola, y es tan terrible volver sola a veces.

¿Será posible que Matías arruine todos mis planes con sus apariciones azarosas?
No sé bien que fue lo que me dio tanta tristeza de la situación de encontrarlo a Matías. Ni en mi adolescencia, cuando vivía en un pueblo chico, me encontraba tanto con alguien de casualidad. Pero no era por eso la tristeza. Creo que sentí, muy dentro de mí, que esa era la última vez que lo veía.

¿Y si en realidad me gustaba? ¿Y si sentía algo al final? Me acordé de la película “El amante”. No sé si la vieron. Me sentí así. Como esa joven de quince años que en el medio del océano descubre un sentimiento que tal vez tenía por alguien que trataba con indiferencia. Y el océano es tan oscuro. Es tan inconmensurable. ¿Y yo? ¿Y él? ¿Y yo?

¿Y él?

Nos encontramos de casualidad en la estación. Yo lo chisté y él se dio vuelta.

Matías:

- Hola, Pau.

Paula:
- Hola.

Matías:

- ¿Me acompañás a sacar el boleto?

Cuando llegó el tren, nos subimos y nos quedamos parados aunque había asientos libres. Hablamos de cualquier cosa como si nada. Yo me bajé. El siguió. Cuando me bajé abrió un libro y bajó la mirada.

La última vez que lo vi a mi ex fue igual. En el tren. El bajó. Yo seguí. Ni miré cuando se bajó.

Siento que los rieles atrapan uno a uno mis amores y delante de mis ojos se los embulle.

Estoy convencida de que inevitablemente un día voy a conocer al hombre que se baje conmigo en la misma estación. Pero hay días que me desespera no saber cuándo



vamos a tomar el mismo tren.



Seguir leyendo acá.

martes, 9 de diciembre de 2008

COMO TRATAR MAL A UN HOMBRE Y MANTENERLO ENAMORADO (3)


El arte de la impuntualidad
bla bla bla


Por regla general, una mujer nunca debe llegar antes a una cita. Nunca. No importa si es la primera, la última o la decimosexta. Si recién se están conociendo o están de novios hace cuatro años. Nunca se llegará en el horario acordado. Eso jamás.

Si calculaste mal el tiempo y llegaste primero, aunque tengas unos zapatos taco-aguja que te sacan ampollas pero que son tan hermosos que los usás igual, retrocede al menos 10 cuadras del lugar elegido y mandale un mensajito que diga: “Estoy en camino”.

La impuntualidad es un arte. No por nada está la tradición de que las novias deben llegar después del novio en los casamientos. La mujer siempre debe lograr que su llegada sea un evento, aunque no esté vestida de blanco y con cola, y, en cambio, tenga jeans y zapatillas.

La puntualidad, sobre todo en Buenos Aires donde la gente en general es muy imputual, tiene códigos pre-establecidos. Si te dicen a las cinco en punto, esperan que llegués a las cinco y cuarto. Pero vos, que lees este blog, vas a llegar media hora tarde, o incluso más, y lo harás pasar por el proceso de esperar por vos. Este proceso lo irá entrenando en la paciencia y la constancia, dos cualidades fundamentales en una relación.

Durante ese lapsus de tiempo, él va a mirar a los costados, tratará de visualizar tu silueta, se va a hacer amigo del canillita, intentará pensar en la frase inicial que rompe el hielo, se imaginará la ropa que después te sacará. Se comerá las uñas, usará los jueguitos del celular, se fumará un atado entero de cigarrillos, y hasta por ahí hasta hace el reclamo de la cuenta del teléfono que tenía que hacer hace un mes.

Y cuando comienza a maldecirte, a vos y a toda tu familia, ahí está: la aparición. Entrás vos en escena, que estás hermosa y serena, y que caminás sin apuro hacia él. Nunca te vas disculpar por la tardanza y vas a hablar con naturalidad.

El te va a mirar encantado.

Pero el secreto para que esta técnica dé resultado es que siempre tiene que haber una excepción. Un día, el día que menos se lo espere, tenés que llegar quince minutos antes que él y esperar.

Es necesario que cada tanto él se sorprenda con tu puntualidad y vea que tu sonrisa tranquilizadora lo espera a lo lejos. De la misma manera que después de un largo día de trabajo, tu chico sólo piensa en llegar en su casa, ahí estarás vos, esperando por él, como si fueras su punto de inicio y, sobre todas las cosas,



su punto más placentero de llegada.

lunes, 8 de diciembre de 2008

RANDOM


Hay gente que llegó a este blog escribiendo en su buscador:
bla bla bla

1- ¿Por qué los floggers se pasan al facebook?

2- Mi novio prefiere el fútbol. ¿Qué hago?

3- Fotos del hombre mono.

4- Feliciano me adora y le aborrezco.

5- Yo la dejé pero la quiero.

6- ¿Por qué los hombres son infieles?

7- Te quiero aunque seas prohibido.

8- Quiero recuperar a mi ex.

9- ¿Por qué él no me llama?

10- Me dejás por otro bobo, que cambiás por otro bobo, y así armás tu colección.

viernes, 5 de diciembre de 2008

TRISTE CHICA COSMO


bla bla bla

Siempre quise ser una chica cosmo. Desde chica mi fantasía fue tener la sección de horóscopo. Tener una columna en Cosmopolitan. Contestar el correo de lectoras en alguna revista de mujer.
Cuando este año dejé mi trabajo decidí que me iba a dedicar de una vez a escribir. Primero me salieron algunos laburos freelance. Y mejor no hablemos de después. Supongo que separarse e ir a entrevistas de trabajo no se llevan muy bien.
Nunca pensé que iba a ser esa clase de mujer que se desbarranca absolutamente después de terminar una relación. Pero me pasó.
No me podía tomar los colectivos que pasaban por su casa. No volví a mi restaurant preferido de comida peruana. Adelgacé 5 kilos y después subí 3. Los 2 kilos restantes hacen que todo valga la pena.
Salvando la broma, el viernes pasado me ofrecieron un trabajo. Un trabajo nocturno.

Mariana:
- ¿Y qué tal te ves con la bandeja Paula?

Paula:
- ¿En serio me decís? Me vendría bárbaro.

Y es así como me volví camarera.

Pobres. No saben lo que hacen. Yo con objetos de vidrio en mi poder. ¡Están fritos!

No será lo que siempre soñé pero no es una oficina. Eso me gusta. Me anterior trabajo era en una oficina oscura y llena de polvillo que me daba asma. En el bar, en cambio, tocan bandas. Es decir, hay muchos músicos. Eso puede estar bueno. Aunque sólo para hablar mal de ellos, porque nunca voy a volver a salir con un músico. Tienen mi palabra.

Para cumplir con mi fantasía infantil tengo este blog.


(Y el uniforme me gusta.)


Seguir leyendo acá.

jueves, 4 de diciembre de 2008

El del compilado(2)

Segunda Parte
bla bla bla

Con Favio nos habíamos conocido a través del novio de amiga. Era un morocho de ojos grandes, codiciado por todas las chicas del barrio. Yo pasaba en frente de su casa, en mi uniforme de colegiala, pollera gris tableada, subida un poco más arriba de las rodillas para rabiar a las monjitas de mi colegio, camisa blanca, corbata, medias azules, y mi discman. Fue así la manera en que por primera vez hicimos contacto visual.

Todas las tardes, cuando salía del colegio, pasaba por su casa. Yo era mucho más tímida de lo que soy ahora. Y él sólo se dedicaba a echarme miraditas. Pero un día, se animó y me encaró.

Salimos alrededor de un mes.

Fue un mes maravilloso para mí. El tenía una guitarra. Cantaba terriblemente. Pero por él conocí a un hombre que marcaría un antes y un después en mi vida: Kurt Kobain. Pero algunas cosas son terriblemente injustas. Lo descubrí muy tarde: Había muerto unos años antes.

Escuchar a Kurt Cobain, ver sus fotos de ídolo caído, sus vídeos en MTV, me daba un insostenible sentimiento de amor y de angustia.

La muerte joven es una muerte inexplicable. ¿Cómo ese hombre al que el éxito le tocaba las puertas de una manera tan redundante había elegido la muerte? ¿De qué forma se explica que un hombre tan deseado por todas las mujeres y envidiado por los hombres no haya podido ser capaz de conocer la felicidad? ¿Qué sabía del mundo que los demás ignorábamos?

Su muerte tambaleó a toda una generación. Su voz rasposa. Kurt Cobain fue el James Dean de los noventa. Al menos significó eso para mí ...y mi cuaderno azul de poemas.

Favio me regaló un compilado de canciones varias ... y me prestó su cassette de Nirvana. El compilado era horrible. Pero yo escuchaba ese cassette y me transportaba. “my girl, my girl”. Pensaba en Favio. Era nuestra canción. Hasta que un día yo salí del colegio y pasé delante de su casa y vi algo que jamás olvidaré: Favio estaba hablando con una chica que tenía el uniforme de otro colegio. Se daban la mano.

A esa edad se terminaban las relaciones de forma muy simple. Yo lo dejé de ver inmediatamente. El no me buscó demasiado.

El compilado se lo devolví con mi amiga pero me robé impunemente su cassette.

Y a Kurt Cobain.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

El del compilado (1)

Objeto de la semana: El cassette

Me encantó hacer esta colaboración para el blog:

www.decadadelnoventa.blogspot.com

Espero que les guste.

bla bla bla

Cuando era adolescente era más fetichista de lo que soy ahora. Mis colecciones, acaso mi pequeño catálogo de amores que estaba en construcción, ya desde entonces comenzó a estar representado por pequeños objetos y alguna que otra canción. De cada amor pequeño quedaba en mí alguna música, como una foto sonora, íntima, e incluso muchas veces, dolorosa.

Para poder introducirlos en esta historia quisiera remitirme a un objeto emblemático de mi adolescencia: el cassette. Ya existía el cd, pero, en los noventa, en cualquier casa persistían como animalitos cabezaduras, el disco de vinilo heredado de nuestros padres y el cassette heredado de nuestros hermanos y primos.

Hace poco una amiga, profesora de inglés, me contó que un alumno de 10 años le preguntó: what is it? Señalando con el dedo un cassette que estaba ilustrado en un libro. Yo me reí pero me morí de la nostalgia.

El cassette poseía cualidades emblemáticas para los enamorados. Tenía exactamente los mismos mecanismos que tiene un recuerdo. El rewing era casi un trabajo artesanal. Podías volver hacia atrás para tratar de conseguir de cualquier forma la exacta sincronía de parar en el momento justo en que empezaba la canción o el estribillo, de la misma forma que uno vuelve cuidadosamente al momento del primer beso o la primera vez.

Retroceder y adelantar, dos mecanismos siempre a la mano de los soñadores.

Y ni hablemos de hacer un compilado. Hacer un compilado era un trabajo digno de un editor de cine. Los enamorados de los noventa se tomaban el trabajo de compilar la música que a veces no tenía nada que ver salvo por el azaroso punto de unión de sus recuerdos.

La mayoría eran canciones que se grababa con mucha destreza directamente de la radio. Había que apretar el stop en el momento justo porque sino entraba la voz del locutor de turno. Grabar de la radio por aquel entonces era un sinónimo de piratear un mp3.

Regalar un compilado era prácticamente sinónimo de amor.

El primer chico que me regaló un compilado se llamaba Favio y tenía 16 años.

Pero esa es otra historia.

(Que continuará en breve)

martes, 2 de diciembre de 2008

COMO TRATAR MAL A UN HOMBRE Y MANTENERLO ENAMORADO (2)

La nueva sección llamada Cómo tratar mal a un hombre y mantenerlo enamorado queda oficialmente inaugurada revelando una eficaz pero peligrosa técnica pasada de generación en generación.
bla bla bla

Esta técnica es denominada EL VACIO:

Para aplicar la técnica del vacío es necesario que tengas mucho autocontrol y fuerza de voluntad.

Vos siempre vas con él a todos lados. Te pide que lo acompañes con esos ojitos luminosos y no podés decirle que no. Este tipo te encanta. Te puede. Sus deseos son órdenes para vos. Acordaron con verse este sábado para ir a visitar a sus amigos. Le dijiste que ibas a ir con él. Tenés ganas.
Pero haceme caso. El sábado, a última hora, lo llamás para decirle que no podés ir porque tenés dolores menstruales o algo mucho más misterioso como “necesito ver a mi mejor amiga porque le quiero consultar algo importante”. Después podés organizar una maratón de Sex and City mientras te matás de la risa con tus amigas de sus nervios y de tu aparente tranquilidad. Vos no tenés nada en contra de sus amigos y mucho menos en contra de él. Pero él no lo sabe. En ese momento tiene un panic attack. Se siente tan mal que canceló la reunión y va a quedar en su casa mirando tu foto. Todo está a tu favor. Actúas con la conciencia tranquila porque estás pensando en el futuro. ¡Lo hacés por él también! Es un pequeño ladrillo para que tu muro del facebook tenga 10 mensajes nuevos de tu amado.

Para que una relación funcione, es importante generar la sensación de vacío . Cada tanto hacelo. Haceme caso y verás en solo un día los resultados.

Si tu relación está pasando un mal momento, estos concejos pueden ser tu única guía para revertir lo irreversible y revivir la llama de la pasión. Pero no exageres con el uso de esta técnica porque cualquier abuso prolongado es considerado como altamente peligroso.

Después me contás.

(Continuará…)

lunes, 1 de diciembre de 2008

COMO TRATAR MAL A UN HOMBRE Y MANTENERLO ENAMORADO

En contra de los hombres pero a favor del amor
Bla bla bla

Querida amiga:

Finalmente tenés al lado al hombre de tus sueños. Te sentís aliviada. Feliz. No tenés que lidiar más con el tema de las citas. Llamar al otro día a tus amigas para decirle: "No me gustó". "Pagué yo la cerveza". "En vez de traerme me acompañó hasta la parada".

Y sobre todo estás agradecida de que tus padres dejaron de preguntarte insistentemente "¿Para cuándo te vas a poner de novia, nena?"

Ahí lo tenés. Durmiendo como una morsa en tu living. Parece un ángel, un ángel- morsa. Te encanta pero… ¡Ahora caés en cuenta! ¡Empezó lo peor! ¡Tenés que conservar ese amor!


No te desesperes. Estoy acá para ayudarte con esta nueva sección titulada:
Como tratar mal a un hombre y mantenerlo enamorado.

No te pierdas la próxima entrega.

(Continuará…)

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