
... y el cosmos es perverso
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Mi amiga Julia, aunque estudia letras, es una gran lectora de las leyes físicas. Seguidora indiscutible de The Big Bang Theory, de las teorías de Einstein y de las predicciones de Ludovica Squirru en la misma medida, es una de esas amigas con las que salís y no te vas a aburrir nunca. Eso sí. Las conversaciones con ella suelen ser tan extrañas y herméticas que pueden ser catalogadas de espantagente.
El sábado pasado estábamos en una fiesta. Hace rato que no salía y necesitaba despejarme un poco. Estábamos en una vereda, con una cervecita en la mano, antes de que se largara la lluvia con todo.
Julia:
- Ponele el jabón… ¡Está hecho con grasa!
Paula:
- Sí, pero el de glicerina no.
Julia:
Las cosas en el mundo no son como parecen. Están disfrazadas.
Paula:
- Aja. Igual que la gelatina.
Julia:
¿La gelatina?
Paula:
- Se solidifica gracias a los cartílagos y los huesos hervidos de los animales. (Julia me mira asombrada) ¡Viste! ... y tiene esos colores tan felices, que pareciera que viniera de Disney, y que la inventó Winnie The Pooh.
Julia:
- Sí. Pero el origen de los huesos es polvo de estrellas. ¿Sabías?
Paula:
- ¿Qué querés decir? ¿Que cuando comemos gelatina comemos polvo de estrellas?
Y sí. Es verdad. El universo es misterioso. Y este mundo es tan grande, tan pero tan grande, que estadísticamente nunca tendríamos que coincidir con nadie. Sin embargo, la concentración en las grandes ciudades hace que Buenos Aires se vuelva un pañuelo.
Y una sabe que puede pasar. Es más. Una sabe que tarde o temprano va a pasar. Porque el cosmos es sofisticado, complejo y extravagante, como un amigo gay. Pero aún así, el día que de casualidad se te dio por salir a la vereda a hablar del universo, en un lugar extraño en el que terminaste de pura casualidad. Y levantás la cabeza y lo ves, también por azar. Y es él. Y está igual pero distinto. Esa persona que un momento consideraste el amor de tu vida. Va caminando por Bulnes de la mano con alguien más. Y vos, ingenua, pensabas que ya estaba tan superado. Y no sabés qué hacer. Entonces te das vuelta para que él no te vea borracha, despeinada y con cara de sueño.
Ese es el día en el que pensás que todo el cosmos se complotó en tu contra. Y ni hablar si justo después empieza a llover.