Tengo una relación medio rara con las películas: más que verlas, las leo. Así que puede ser que no me acuerde qué actores trabajaban, en que año se estrenó, de qué país era… pero si hay buenas frases, de eso no me olvido. En una de las tantísimas que vi, de la que no me acuerdo su nombre, ni su argumento, ni siquiera una sola imagen, se me grabó una frase que sirve de introducción a esta historia “hay personas que nacieron para ser amadas y otras para amar”. Por supuesto, como casi todos los que leen este blog, me identifico con el segundo grupo. Pero eso no es lo importante. Cuando me separé de M. reformulé la frase y lo primero que pensé fue “hay personas que nacieron para sentir que están abandonando y otras para sentirse abandonadas”.
Y esto de “sentir” sí es importante, porque en las separaciones, el abandono, la mayoría de las veces es una construcción. Esta idea del abandono como construcción recién pude alcanzarla al ver concluir la relación que más se pareció a la de mis viejos. M. era como mi mamá, pero menos apasionado, y yo como mi papá, pero menos violenta. Digamos que fuimos como la versión yanqui de la original italiana de mis progenitores.
A mí siempre me dejaron, hasta los que me importaban un pepino un día me dijeron chau. Y no es que M. me importase un pepino, pero la verdad es que yo no estaba bien en esa relación, me sentía extraña, incómoda y no veía la hora de que llegaran los créditos. No me pidan razones lógicas para esto porque no las hay. M. era adorable, lindo, inteligente, creativo, me hacía regalos, se acordaba de nuestro aniversario, mi familia lo quería, su familia era un amor, teníamos amigos en común, nos divertíamos, tenía también su lado oscuro, el cual no puede faltar para que la persona no se vuelva un pelmazo. En fin, no había nada de lo que me pudiera quejar, excepto… eso… tanta perfección... al lado de él la vida parecía una propaganda de crédito inmobiliario o tarjeta visa. Contuve mi monstruo todo lo que pude, hasta llegué a pensar en un momento que había desaparecido, pero no, un día estalló, y ahí empezó la cuenta regresiva. Lloré y lloré, el mundo se me cayó en la cabeza y lo único que podía decir es “quiero desaparecer”, “quiero desaparecer”. Nos separamos. Después él volvió.
Estuvimos unos meses más hasta que el monstruo, en vez de venir en paquete depresivo, se vistió de sarcasmo y mal humor. Ese traje es infalible, nunca me falló. M. se fue corriendo. Odié a mi monstruo. Me odié a mí. Odié esa tendencia incontrolable a sentirme abandonada. Aunque, ahora que las aguas se calmaron y apenas si hacen las olitas normales que produce el aire, me doy cuenta de que el monstruo no sale sólo, o no sale sólo por mí.
M. era tan positivo… tanto… que no sé si es justo decirlo, pero creo que llegaba a la necedad. Yo sufro. Sufro porque soy inconstante, porque no sé cómo se hace para tener plata, porque me sale un grano, porque no hago lo quiero, porque muchas veces ni sé lo que quiero. Ok. Y también sufro por la guerra, por el mundo de mierda, por la injusticia, la soledad, la desesperación de las personas, así, en general. Entonces, imagino que si fuese constante, si tuviese plata, si hiciese lo que quiero, si supiese que quiero, o si no me saliesen más granos… igualmente sufriría. M. eso no se lo bancaba. No digo que hay que estar tirada en la cama llorando por los palestinos, pero yo sentía que M. me exigía estar bien a toda costa y en todo momento (ahora que lo escribo creo que no es tan así, que no es del todo justa la imagen que estoy construyendo de M., pero mientras duró la relación yo lo sentía así). Retomo. Después de la segunda separación, lo llamé para encontrarnos y devolverle parte de la plata que me había prestado cuando me quedé sin trabajo. Charlamos, me dijo que estaba triste, que se sentía solo, que cada vez que estudiaba inglés pensaba en mí, que estaba linda. Nos acostamos.
Pasaron dos días y lo llamé. Le dije “volvamos a intentarlo” y él me respondió, cómo si estuviese leyendo mi mente, (porque en ese momento yo estaba pensando “si me extrañás… dale...”) “Juli, no es que te extrañe, estoy mal porque estoy solo”. Rotundo. Y acertado. Nunca me involucré del todo con M., es decir, sentía que esa relación la estaba viendo por tv. Sin embargo, él, nuestros amigos, todos los que saben de nosotros, todos, incluso yo, si tenemos que decir cómo terminó la relación diríamos que él me dejó. Esto de sentirme abandonada es la única construcción que sé hacer ante una separación y creo que es algo muy edípico. De alguna manera, es una necesidad profunda de querer mantener vivo a mi papá a través de mí. Cuando papá y mamá se separaron yo era muy chica, pero me acuerdo una frase que él le dijo a mamá y me partió el corazón, porque sabía cuán cierta era “yo sé que cuando me vaya no me vas a extrañar”.
Estar del otro lado, de los que dejan, tampoco es fácil, es por eso que no les guardo rencor a mis abandonadores. Pero ojalá llegue un día en que con alguien, a pesar de las guerras, la desesperación, el monstruo latente, el grano, etc, no tenga que pensar en estos dos lados.
Julia
rolandoyalberto.blogspot.com
martes, 27 de enero de 2009
De abandonadores y abandonados
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18 comentarios:
Julia...bienvenida a los que habitamos el mundo de pau
Sos carne de psicologos...pero bien
un abrazo!
Igual que todos los que llegamos hasta este blog, bienvenida!!
Julia...
¿de dónde me conoés? Al hacer tu autodescripción estabas definiéndome de pies a cabeza...
Respecto a lo de sentirme abandonada...casi siempre dejé a todas mis parejas, pero los que más amé me abandonaron a mí.
Lindísimo relato de una tiste experiencia!
Julia... cuando hablabas de vos... estabas hablando de mi tambien. Al parecer no estamos solas.
me parece q en esos casos hay que hacer borron y cuenta nueva
saludos
que identificada me sentí...
Mientras leía, sentía que estabas contando mi historia.
Sabes que has descrito muy bien mi última relación?
Usualmente yo soy la que los deja y podría jurar que aun después de varios años, más de uno aceptaría volver conmigo si yo lo pidiera.
Pero el último no y es que pese a lo mucho que lo empecé a querer, él no estaba preparado para mí y yo menos para él.
Pues si, la vida en ese sentido tampoco es fácil...
Y por lo que veo habemos muchos en esa situacion!!!
Animos...
Sufrí mi primer y único abandono en mis 33 años de vida hace menos de 5 meses. Para ella fue difícil al extremo, pero yo quedé con la peor parte, la de seguir solo. Ella volvió con su familia, y ahora seguimos chateando cada tanto. Leyendo tu historia sentí lo mismo que muchos otros, sentí que era yo quien escribía. Gracias por ponerlo en palabras.
Hay que amar incluso los demonios que traemos. Eso es lo que somos, no un comercial de tv anunciando un removedor de cochambre con medias, tacos rojos y siempre sonriendo ¿quién quiere ser eso?
Saber también que abandonar no siempre es más fácil que ser abandonado.
Dónde está Paula?
jajajaja veo que muchas nos parecemos jjajaja
paula se fue de vacaciones una semana a la playa, dejo programada entradas de chicas para que leyeramos mientras ella descansaba
HOLA A TODOS! gracias por sus comentarios. A Magnolia le cuento que Pau la está pasando bomba. Cuando vuelva, seguro que les va a traer muchas novedades.
Besos!
Una sola vez estuve del lado del abandonador, y si realmente querés a la otra persona (simplemente se fue el amor), es una situación de mierda. Después... siempre fui abandonada, por una cosa o por la otra. Tal vez por eso hoy soy desamorada e incrédula... y tooodo me cuesta tanto.
Besos.
La tucu mala está por ahi? porque este es un digno relato y dignos coments para que una psicologa nos diga algo ! jajaja Besos
uy... ahora se dan cuenta de todo! es ella, julia, sí! la que me da consejos... ¿la sigo escuchando?
Gracias juli por ser tan divina!
te quierooo
Siempre leo este blog... me parece TAN genial!
Pero es la primera vez que me animo a comentar algo:
Mí teoría de las personas abandonadas/abandonativas, también la saqué de una película, y se llama "Teoría de las personas sustitutas": http://blueedarkness.blogspot.com/2008/11/personas-sustitutas.html
Gracias por el espacio, sigan asi!
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